Las elecciones argentinas denominadas- Primeras, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias- PASO- han sido objeto desde la sorpresa hasta la cháchara. Las últimas fueron incomprensibles y su efecto fue continental y hasta mundial, pues se ha comprobado que el electorado de ese país está sometido a tres procesos electorales para elegir al primer mandatario de la República Argentina; sin embargo, para la realidad política ecuatoriana, esta rareza puede serle útil para un indispensable proceso de depuración de candidaturas de primer nivel.
En el país existen dos candidaturas presidenciales y probablemente una multitud de otras sin ninguna opción destinadas a satisfacer el ego de candidatos desubicados o tal vez obtener una negociable cuota de dos tres legisladores: “business-to-business”.
La gravedad es que se evidencia no aprender nada de lo que significa el populismo en la historia ecuatoriana incluidos los diez años pasados; por ende, habrá que repetirlo como ejercicio masoquista, salvo que se produzca un cambio radical en la actitud y decisión de los dos candidatos lanzados al ruedo: son de la misma ciudad, la misma provincia, perfiles ideológicos similares y de un alto segmento económico de la misma comunidad guayaquileña. No asistieron a clase cuando se estudió el velasquismo, guevarismo, bucaramismo o el correísmo. Ellos, se la saben todas, son la verdad y la vida, no necesitan 12 apóstoles; basta el señor y su palabra. Por eso lo que pudiera ser considerado como una blasfemia, resulta una horrorosa realidad a la que se conduce al pueblo ecuatoriano a votar solo por superhéroes y a su pléyade de seguidores en cuyos méritos solo consta la sumisión y por ende el acomodo mercantil.
Cómo es difícil aceptar alternativas en el país del yo y el súper yo- Freud queda corto- es importante destacar un párrafo del columnista, que muchas veces parece cirujano, Lolo Echeverría, en EL COMERCIO: “En la próxima elección puede repetirse la división de la tendencia y la victoria del populismo. Construir la unidad para tener candidatos fuertes y no caínes en la misma tendencia parece un sueño político. Acuerdos y alianzas entre políticos soberbios es una quimera. Los ciudadanos deberían organizar un movimiento nacional para establecer un programa político de sentido común y obligar a los partidos a presentar un solo candidato de la tendencia, mediante primarias o encuestas calificadas”.
Para evitar que la disputa electoral se convierta en una versión del Clásico del Astillero es válido que se intente una suerte de las PASO argentinas o primarias entre los dos principales candidatos para organizar un solo frente presidencial y listas compartidas para el parlamento. Si en Argentina se jugó el clásico Boca y River en Madrid, y se tiene al peronismo en primera línea, en Ecuador también se puede intentar cosas increíbles y a lo mejor beneficiosas para el bien común.
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