Un paso al frente

En resumen, el proyecto ecuatoriano para "fortalecer" al Sistema Interamericano de Derechos Humanos no gustó al resto de países del continente, pero tratar ampliamente sobre ese tema fue un aporte, un paso adelante, que dejó una serie de lecciones que no deben ser desaprovechadas. Mientras tanto, los países de la Alba -Ecuador, Venezuela, Bolivia y Nicaragua- comenzaron y terminaron solos pero afirmando que "el debate recién comienza". Un éxito: la mayoría de estados de la OEA prefirió no entrar en choques con la libertad de expresión y algunos la defendieron con fe. Uruguay fue un ejemplo en la reflexión general.

Algo sabíamos sobre la CIDH y ahora sabemos más. Ha vivido -o sobrevivido- con sus virtudes y sus defectos desde 1959. No hay duda de que logró varios éxitos y eso es muy importante en materia de derechos humanos. Cometió también algunos errores. Dio varios pasos dudosos, impulsado por las circunstancias. Otras veces entró en la lid por el afán de cumplir con sus deberes y hasta se ganó la enemistad de algunos jefes. Pero a la hora de enfrentar los problemas encontró defensores resueltos, capaces de llevarla a la victoria por un respetable marcador.

La lista de acciones positivas es larga y ayudó a la hora de los análisis realizados por los países miembros. "La CIDE ha sido un pilar importante y un ejemplo para todo el mundo", dijo uno de los oradores. Otro, con acento de roto chileno, pidió a los Estados Unidos de América que ratifique la Convención Americana de Derechos Humanos, entre otras cosas para que no sea una sede controvertida. Varios países aumentaron sus desembolsos dedicados a la causa. No le fue mal a la hora de la hora.

La Asamblea Extraordinaria reveló también que buena parte de los estados miembros se portó "muco" con el Sistema Americano de Derechos Humanos y con la Comisión en especial. Dejó en claro que algunos atacantes carecían de la experiencia necesaria en las lides diplomáticas y se entusiasmaron con la perspectiva de una nueva victoria, descubriendo que cada suceso tiene sus características propias. Sumando todo, la hora que parecía más ingrata fue una de las mejores de la historia de una Comisión que se apresta a vivir una etapa renovada de su historia. Hasta puede darse un cambio de sede, aunque hay explicaciones pragmáticas sobre el porqué de Washington. Si los análisis serenos determinan la búsqueda de un nuevo escenario, San José de Costa Rica suena muy bien.

La cita de antier fue intensiva, a ratos acalorada, contó con la presencia de una decena de cancilleres y quedó incorporada a la historia referida al delicado tema de los derechos humanos. Seguramente van a aumentar las contribuciones y la Comisión va a trabajar con más entusiasmo y con más fe en su misión, aprovechando sus experiencias y recordando cada día que se involucró en un tema importante y muy humano, como su nombre lo certifica.

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