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El gobierno rompió el mito que no se podía subir el precio de los combustibles. Subió la gasolina, y no hubo conmoción. Un paso adelante.
Hoy, en USD 1,85, el precio de la gasolina de 82 octanos es el mismo en que se expende gasolina de 85 octanos en algunos estados de los EE.UU. Si Petroecuador sufre pérdidas a ese precio, es por ineficiencia, cuyos costos no deben trasladarse al consumidor.
A los taxistas, el gobierno les extendió un generoso subsidio que cubriría el aumento de costos. Primó el objetivo de prevenir un paro. Es lo único que lo justifica.
El alza del diésel la manejaron mal las autoridades. El decreto 619 dispuso venderlo en gasolinera a precios internacionales a los vehículos particulares. Se indicó que el precio de venta a particulares subiría a USD 2.74; al precio actual del petróleo, no habría subsidio. También sé reduciría nuevamente el subsidio pesquero. Una autoridad señaló que con esta medida se aspiraba ahorrar USD 1.500 millones anuales en la entrega de subsidios al diésel. (EL COMERCIO, diciembre 28)
Hubo confusión sobre quiénes serían afectados. Los transportistas protestaron, y mediante decreto 632, el gobierno elimina el alza del diésel de expendio en gasolineras. Se afecta la imagen del gobierno, que se lo ve cediendo a los transportistas. Un paso atrás.
La propuesta estuvo mal concebida: el nuevo precio sólo hubiera afectado a los 10.300 automóviles y todo terreno privados que consumen diésel, que son 4% del total del parque automotor a diésel. Para cobrarle al 4%, había que armar todo un tinglado para compensar al otro 96%. De esos 10.300 más los pesqueros no se hubiera obtenido USD 1.500 millones adicionales de ingresos. Se perdió la oportunidad de elevar el diésel, por ejemplo 37 centavos por galón, como la gasolina, a USD 1,40 para el consumidor.
El alza se hubiera aplicado a todos los vehículos. Hay un transporte público de tarifas reguladas. Este sector continuaría subsidiado, sólo quedaría por negociar el incremento el subsidio.
Los otros segmentos del transporte no necesitarían subsidio:
Hay empresas privadas que tienen su propia flota de distribución. El efecto sería similar a aquel de 2015, cuando se eliminó el subsidio al diésel para la industria sin gran aumento de precios ni conmoción popular.
Hay un libre mercado de transporte en que transan camioneros y clientes privados, donde los fletes subirían para compensar el alza en costos, sin que el alza en el producto final sea mayor. Esos camioneros no tienen por qué resistirse a un aumento de precios. Vivimos una economía de mercado.
Este año al gobierno le toca tomar medidas de ajuste que nos tocarán a todos al bolsillo. Tendrá que revisitar el tema diésel. Lástima el paso atrás.