Creemos que ya pasó el momento, algunos fueron a las corridas, incluidos muchos de los miembros del gobierno central y local, otros, público en general, en rebeldía, decidieron no ir. Algunos restaurantes perdieron su agosto, ya asegurado desde hace por lo menos 50 años; otros ganaron lo que nunca imaginaron. Los vendedores de sombreros, plásticos para la lluvia, clásicas empanadas de morocho y hasta ilegales revendedores perdieron, porque la plaza no se llenó, la algarabía taurina desapareció y, con ella, comienza a perderse una tradición parte de nuestra cultura, venga de donde venga, pero ya nuestra. Algunos toros fueron indultados, el resto simplemente matados en sangrienta carnicería a puerta cerrada, y su raza, única, a la larga, se perderá de nuestros páramos.
La verdad es que el momento no ha pasado. Al tiempo que se llevaba a cabo la voluntad del pueblo en las urnas, se hablaba del control del twitter, de si en Ecuador podemos decir o hacer lo que queremos a voluntad y así seguirá. Los periodistas son corruptos, los matadores asesinos, los twitteros criminales amenazantes.
Está claro que el momento no ha pasado. Mientras nos entretienen con temas pequeños, sin permitir que conozcamos la historia detrás de ellos, como ejemplo, que los matadores son atrevidos artistas que se enfrentan a un gigante y furioso animal de aproximadamente 600 kilos; que esta tradición atraía a miles de personas y, que estas a su vez, movían millones de dólares en el distrito. Una libertad más se nos fue de las manos, decidir si queremos o no ser partícipes de esta tradición como de muchas otras. Siguen cerrándose las puertas, pero no solo las taurinas, sino de toda expresión que moleste a quien no acepta la innata libertad de decisión. Este es mi país de siempre, no es una utopía, un país que ha demostrado históricamente sus ansias de libertad. El momento no ha pasado para reclamar la libertad, de acto y pensamiento. Es mi decisión y solo mía si voy a los toros o no, si escribo con honestidad o no, si decido ir a ver como se gasta nuestro dinero en fuegos pirotécnicos o no, si asisto a los ruidosos conciertos en los parques, que también nos cuestan o no, si twitteo o no y lo que digo en mis 140 caracteres, como sucede en todo el mundo. Este es el momento de seguir insistiendo en lo nuestro y nadie nos lo puede arrebatar, la libertad. No podemos dejarnos vencer, la fuerza y la valentía es nuestra como la palabra y la posibilidad de expresarla. Es momento de rearmarnos, de fortalecernos, de ser un Ecuador de todos y para todos, donde las diferencias tengan el valor que merecen porque son constructivas y permiten desarrollo. El momento no ha pasado, recién comienza a ser actual e indispensable.