Las crisis producen efectos que no demandan un esfuerzo mayor para comprenderlos, pero otros son difíciles de entender porque tienen razones cuya complejidad no se la aprecia a simple vista.
Pues bien, cómo se debe interpretar la estabilidad del euro conociendo los enormes problemas sobre la viabilidad de la zona creada al efecto. Es más, no solo que mantiene una cotización con variaciones pequeñas sino que se le valora como si nada ocurriera en los países sometidos a su soberanía monetaria.
Lo menos que se puede decir es que sorprende su fortaleza en medio de una tormenta que destruye cimientos de las economías europeas maduras, no en todas por supuesto, incluso con daños sociales de enorme trascendencia. La amenaza de la recesión con su efecto en el peso relativo dentro de la economía mundial, debería transmitir alguna secuela en la valoración del euro, pero nada de eso ocurre.
La crisis de las deudas soberanas visualizada en el incremento de los márgenes de riesgo cuya trascendencia ha llevado a los papeles de algunos países europeos a rendimientos inimaginables, debería ser otro elemento perturbador. Pero la confianza en el euro sigue vigente.
Intentemos entonces encontrar algunos puntos que pueden aproximarnos al tema: Las cifras de las balanzas de pagos en cuenta corriente de los países del euro están muy cerca del equilibrio. EE.UU. tiene fuerte déficit comercial con la zona. Alemania es un seguro refugio financiero. Las inversiones directas extranjeras siguen ligeramente positivas y las empresas extranjeras invierten más en la zona de lo que las europeas hacen afuera. ¡Increíble!, pero así funciona el mundo. Las percepciones de riesgo no son uniformes. En las crisis también hay oportunidades.
Obviamente, los diferenciales de tasas de interés ayudan a este resultado a lo cual se suma la actitud de compra de euros por parte de los bancos centrales para diversificar sus inversiones. Y ahí el BCE y los asiáticos tienen la palabra dado su alto ‘stock’ de ahorro.
También juega a favor la recapitalización de la banca europea que para sostener sus inversiones de la zona debe vender aquellas realizadas en dólares. En ese plano se entiende el efecto re- localizador, contrario a la dinámica económica cuyas recetas de corto plazo no impulsan el crecimiento, de las prioridades financieras y con ello el apoyo al euro. A lo que se suman las bolsas de valores en las cuales la enorme variabi-lidad activa recompras de con-tratos de cobertura de portafolios en euros.
Todo lo dicho mejora la comprensión del tema, pero no ofrece certeza. Por eso existen opiniones sobre un euro de 1,24 para fines de este año y otras de 1,39. Lo cierto es que el misterio de la economía seduce y ese es su inmenso valor.