Mientras a saltos y a brincos se va completando el proceso de transición -no exento de complicaciones dada la profundidad de la demolición institucional de una década- hay otros temas preocupantes.
La violencia toma forma y cada día las noticias dan cuenta de personas asesinadas. Muertes por robar -hasta un celular- ‘ajusticiamientos’ por la forma de descerrajar a sangre fría varios tiros en la cabeza; y muertes con sabor a ‘vendettas’ dentro de las cárceles, donde -se presume- , no puede pasar ni un alfiler sin revisiones, muchas veces exhaustivas y humillantes, a los familiares de los detenidos ( PPLs, les llaman eufemísticamente).
Algunas de estas muertes se parecen cada vez más a las orquestadas por bandas criminales o mafias del narcotráfico -que ya se menciona- , operan en el país, y hasta sicariato. ¡Un horror!
Otro aspecto que clama a la conciencia es el incremento de la violencia de género. Delegaciones policiales repletas de denuncias, mujeres maltratadas y hasta asesinadas en actos cobardes a los que llamamos ya con tipificación propia, femicidio. Taras de la sociedad machista que expresa en esta deriva una enfermedad social de fondo.
Algunas de estas muertes violentas se deben a intentos o consumación de violaciones, otros crímenes execrables.
Muchas veces estos delitos se llevan a efecto en el entorno familiar de las víctimas, en algunos casos las personas abusadas son menores de edad, lo que agudiza la tragedia, los traumas sicológicos y la perversidad de los delitos.
Ya el país conoció -y se debe seguir ventilando con frontalidad sin victimizar a las personas afectadas- los expedientes abominables de violaciones en escuelas y colegios y en casos, por parte de profesores.
Queda otro tema que da cuenta de la temperatura del estado de agitación social que vivimos: el polémico asunto del aborto.
Allí las tesis son tan encontradas como compleja la salida y en muchas ocasiones sin posturas intermedias posibles.
Hay defensores, que no otorgan espacio a discrepancia, del derecho a la vida. El aborto para estas personas es un crimen.
Hay defensores del derecho de la mujer a elegir sobre su cuerpo en libertad.
Hay personas que lo relativizan en función de los casos -menores o adultas violadas-, y con esas consideraciones lo aprueban como válido.
En ese debate sin solución – ya hemos visto lo duro de la polémica en todas partes- , el testimonio de María Mercedes Cuesta, antes personaje de la pantalla chica y hoy legisladora, sobre su caso personal fue conmovedor. Le honra el valor de ventilarlo.
Para remate del siniestro momento que vivimos el infierno de la muerte de los jóvenes adictos, los testimonios de sus familias, los casos de jóvenes y niños encadenados y la impotencia de sus seres queridos mueve el alma. Allí donde deben llegar la sociedad y el Estado, el desamparo lleva al abismo y hasta a la muerte. ¡No hay derecho!