Son solo ochenta días de Gobierno y ya grupos de presión reclaman que el Presidente ha incumplido promesas de campaña, se declaran en paro y toman carreteras.
El Presidente dispuso una reducción del arancel a repuestos para vehículos, pero los transportistas se van al paro. Reclaman por la reducción del subsidio al diésel y gasolina. Hay libre mercado de fletes, el mayor costo lo absorbe el consumidor. El verdadero problema de los transportistas es que el distanciamiento social reduce la demanda por sus servicios. Pero eso les pasa a todos. El Presidente se compromete a focalizar el subsidio al transporte público, lo cual se justifica para no afectar la economía popular durante una crisis económica.
Un sector de arroceros cierra vías, puesto que en 80 días el Gobierno no abrió la línea de crédito blando que ofreció. La solución al problema pasa por capacitación y créditos para infraestructura que aumente la productividad y baje el costo promedio, lo cual toma tiempo. Los arroceros reclaman que el precio al productor es muy bajo, a pesar que el Gobierno elevó el precio oficial. La solución no pasa por fijar un precio político alto y obligar a la población a pagarlo. En Túmbes el arroz es más barato, la frontera es una coladera, y es imposible evitar que comerciantes y consumidores opten por el producto que cuesta menos.
El FUT marcha porque este es un Gobierno burgués, la economía de mercado es burguesa, y Marx dijo que es inevitable el triunfo del proletariado y el establecimiento del comunismo. Las noticias del derrumbamiento del muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética, la adopción del mercado por China, y el hambre en Cuba y Corea del Norte, no han llegado a Los Andes, ni ecuatorianos ni peruanos.
Leonidas Iza marcha con el FUT, porque su lectura de Marx, con el corolario de Gramsci que lo más grave es la hegemonía cultural, y a través de Mariátegui, lo convence que la revolución marxista la tienen que hacer las comunidades indígenas que ahora son urbanas. Por eso la quemazón de Quito de octubre 2019, y la que vendrá, aunque por el momento se niegue. El movimiento indígena siempre luchó contra el alza del precio del gas, y ese precio ni se mueve ni Lasso pretende moverlo. Por lo que el reclamo ahora es por el precio del diésel.
Esta retahíla de reclamos no es de hoy sino de siempre, porque obedece a un sistema económico ineficiente en el que el gobierno no permite que el mercado determine precios, sino que los señala a dedo a su antojo. Al que más reclama se lo calma modificando los precios para satisfacerlo. La economía política del que no llora no mama.
Retahíla de siempre, decimos, pero hay una excepción: durante el correato hubo orden. Pero ese orden también es lo que facilitó tanto abuso de poder. El remedio resultó peor que la enfermedad.