Los estudios realizados por la Municipalidad de Quito en el 2009 para determinar la restricción de la circulación vehicular, hace once años, concluyeron que debía prohibirse todo el día y por placas pares e impares, alternativamente. Una restricción que se ha retrasado diez años y que se ha puesto en práctica por la pandemia, para disminuir los riesgos de contagio de la población.
Quito es hoy, como consecuencia de esa medida, una ciudad con menor contaminación, con menos accidentes y menos heridos y contusos, en la que trasladarse de un lugar a otro toma menos de la mitad del tiempo que hace seis meses y permite que más gente prefiera la bicicleta e inclusive caminar, con menor riesgo de ser atropellado.
Disponer de transporte público eficiente es indispensable, por supuesto. Pero aun con el Metro, una ciudad con más de dos millones de habitantes, que tiene más de 500 000 vehículos matriculados y cerca de 600 000 circulando a diario, con un incremento promedio de 40000 cada año y con una ocupación de 1.2 pasajeros por vehículo, es inviable.
La restricción de circulación cambiará los hábitos, nos hace más solidarios, estimula a compartir el vehículo, a no salir cada uno en el suyo cuando puede y debe compartirlo con más personas, e incrementa el espacio de circulación para que haya mejor servicio público masivo. Eso está sucediendo en alguna medida como consecuencia de la pandemia y hay que estimularlo. Soluciona problemas y nos hace más ciudadanos.
La sociedad que no reacciona y actúa no soluciona sus problemas. Hay que actuar en consonancia con las necesidades y limitaciones personales que requiere la ciudad, ahora por la pandemia, mañana sin ella. Todos, individuos, empresarios, taxistas, todos.
Sin perjuicio de que se concreten las obras para brindar un servicio público eficiente, Quito no tiene solución a su problema de movilidad con acciones que faciliten cada vez más la circulación de los vehículos. Estímulos para que haya mayor ocupación vehicular -es de 1.2 personas por vehículo-, y apoyo a los medios alternativos, son medidas que complementarán la decisión de mantener la circulación por placas pares e impares de manera definitiva, evitando congestión, contaminación, costos elevados que no se cuantifican. Así, la gente estará de buen carácter, sin morirse de las iras, sin llegar al trabajo con mal genio, disminuirán los conflictos familiares incrementados por el estrés causado por los recorridos insoportablemente lentos. No es una utopía aspirar a que vivamos más humanamente, sin tanto apresuramiento, sin tanta presión. Las restricciones por la pandemia nos han demostrado que se puede vivir sin tanto dispendio, ni cosas innecesarias y caprichosas. Es el mejor momento para que el Alcalde confirme que la circulación será en adelante, definitivamente, por placas pares e impares.