La propuesta del ex alcalde de Quito, Andrés Vallejo Arcos, de mantener para siempre el sistema de restricción vehicular por placas pares e impares no ha tenido mayor resonancia. Sin embargo, es una buena idea y vale la pena insistir.
Antes de la pandemia, la congestión y la contaminación estaban entre las preocupaciones principales de los quiteños. La mala calidad del aire es un asesino silencioso que deja miles de víctimas cada año. De acuerdo a Rasa Zalakeviciute, investigadora de UDLA, 7 millones de personas en el mundo mueren prematuramente por la contaminación del aire, una cifra muy superior a los 817 mil fallecidos hasta el momento por el covid 19. Ecuador no es ajeno a esta dramática realidad.
Afortunadamente, estos indicadores han mejorado gracias a la larga cuarentena. Los GPS de los celulares muestran que la movilidad actual es un 47% inferior que el promedio histórico. Igualmente, la concentración de contaminantes en el aire disminuyó entre un 30% y 70%. ¡Hace años que los quiteños no respirábamos un aire tan puro!
En los próximos días, se flexibilizarán los controles a la movilidad. Estamos en un momento crítico para tomar decisiones que cambien la dinámica de la movilidad urbana en nuestra ciudad y eviten que con la vuelta a la normalidad vuelvan también la congestión y la contaminación.
El BID ha realizado planes de movilidad urbana sostenible en varias ciudades de América Latina que ilustran cómo el modelo de movilidad centrado en el vehículo privado es insostenible. Además de su impacto adverso sobre el ambiente, la salud pública y la productividad, es un sistema regresivo e ineficiente.
La inversión pública en calles, autopistas y parqueaderos tiene como foco principal los automóviles privados, pero su propiedad está concentrada en el quintil más rico, realizan solo el 20% de los viajes diarios, y tienen una ocupación apenas superior a una persona por vehículo. Para colmo, en el Ecuador usan gasolina subsidiada y de mala calidad.
Por ello, tiene sentido imponer restricciones a la circulación de vehículos privados. Sin embargo, es importante proponer acciones complementarias. Será fundamental mantener esquemas de teletrabajo, flexibilidad de la jornada laboral y digitalización de trámites y negocios que reduzcan la movilización innecesaria. Adicionalmente, se debería desincentivar la compra de un segundo vehículo y más bien estimular la mayor ocupación, la movilidad eléctrica y el transporte no motorizado, principalmente bicicleta. Finalmente, la columna vertebral principal deberá ser un transporte público inteligente, bio-seguro, menos masivo y más integrado. Quito está por estrenar su Metro y tiene la oportunidad única de inaugurar un sistema de transporte innovador y en sintonía con los tiempos de la post pandemia.