Palo que se tuerce

Este mundo es divertido. ¿Saben cuál fue en 2019 una de las mejores ventas de libros por Amazon? Nada menos que el Reporte del Consejero Especial encargado de investigar la interferencia de Rusia en las elecciones estadounidenses del 2016, también llamado Reporte Muller. Corrijo mi oración de inicio; este mundo parecería ser un mundo de nerds.

¿Conspiró Donald Trump con los rusos para ganar las elecciones? “Si tendríamos la certeza de que el Presidente claramente no cometió un crimen, lo hubiéramos señalado.” Tremenda aseveración en inversa de Muller. “Un presidente no puede ser procesado penalmente mientras ocupe su cargo”, fue esta la frase que presentó –a manera de excusa– para que se entienda por qué no prosiguió con la acusación al Presidente.

Pero procesó penalmente a más de nueve de los más cercanos colaboradores de Trump. Algunos confesaron sus crímenes. “Y cerraré (esta conferencia de prensa) reiterando el principal argumento de nuestras acusaciones, que hubo múltiples, sistemáticos esfuerzos de interferencia en nuestras elecciones. Este alegato merece la atención de todo americano.” Fue así como cerró su presentación del reporte. Paréntesis, es la primera vez que veo que oficialmente un país reconoce que otro interviene directamente en sus elecciones, y no se generan disputas, ni conflictos, ni tensiones al respecto.

Parecía que este escándalo hundiría a Trump. Yo pensaba que ni el más luminoso milagro lo salvaría. Pero el equipo del Presidente hizo una campaña de comunicación impresionante. “El contenido del reporte totalmente exculpa a Trump,” esa mega mentira la mega repitieron e hicieron un mega lavado de cerebros. Y todo quedó en el olvido… hasta que Trump la volvió a hacer. Se enteró que su principal contendor para las elecciones presidenciales del 2020 –Joe Biden– tenía a su hijo trabajando para una empresa en Ucrania y presumió que podía deberse a un tráfico de influencias del ex Vicepresidente. Llamó al Presidente de Ucrania y le dijo que daría el apoyo militar que EE.UU. había ofrecido “pero tienen que hacernos un favor (refiriéndose a investigar junto con equipos de Trump los pormenores de las relaciones de Biden con Ucrania)”. Es decir, usó el apoyo de EE.UU. al país como un condicionante para conseguir beneficios personales para su carrera política. Otra vez planeaba una interferencia extranjera en elecciones. Palo que se tuerce nunca se endereza. Y, lo más sorprendente, otra vez se dará un milagro de salvación.

El jueves el Congreso aprobó el ‘impeachment’ (destitución en español). Pero para que se concrete la salida del poder de Trump, el Senado debe juzgarlo. Mitch McConnell el líder de la mayoría en esa cámara acaba de anunciar que “no será imparcial”, es decir, a favor de Trump.

jguarderas@elcomercio.org

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