Maduro da su palabra. En 2018 habrá elecciones presidenciales en Venezuela. Ahora bien, ¿cuánto vale la palabra de Maduro y del Partido Socialista Unido de Venezuela?
¿Se puede confiar en un Presidente que no ha respetado la Constitución que su propio movimiento, con su líder Hugo Chávez a la cabeza, promovió para afirmar su poder?
La situación política en Venezuela es así: La Asamblea Nacional tiene mayoría de oposición. La Constitución privilegió la figura de la revocatoria de mandato.
Las distintas fuerzas de oposición buscaron, dentro de los plazos que manda la ley, obtener el permiso para recoger las firmas y llevar a consulta esa revocatoria. El resultado: el Consejo Nacional Electoral y su cabeza, Tibisay Lucena, bloquearon esa alternativa legal. Además, suspendieron las elecciones de varios gobernadores, como estaba previsto. ¿Caben más pruebas de la concupiscencia del poder electoral con el Presidente y su partido?
En episodios recientes el Tribunal Supremo de Justicia intentó borrar del mapa a la Asamblea Nacional, en un golpe de Estado flagrante. Ahora la salida desesperada del Presidente Nicolás Maduro es la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente amarrada.Una Constituyente luce viable para salir de la colosal crisis política, social y económica que hunde a Venezuela pero nunca si la mitad de los 500 legisladores constituyentes propuestos no son elegidos por el voto popular sino puestos a dedo por el poder imperante por la vía del manejo corporativista. Es lo más parecido al fascismo. Es una trampa perversa.
Pero ese es el universo de la política y sus enredados vericuetos. En 41 días de protesta la represión fuerte ha sido la marca de un Régimen que cada vez más pierde la apuesta y se desnuda como una mascarada de democracia. Más de 100 presos políticos, hambre y represión, control a la prensa libre. Maduro ofrece elecciones en 2018. ¿Se le puede creer?