La palabra que empieza con ‘f’

Para algunos es casi una mala palabra. Y si no mala, cansona y trasnochada. Pero en realidad es: necesaria, urgente, esperanzadora.Estoy hablando de feminismo: un concepto poderoso que ha cambiado para bien –y puede hacerlo aún más– el mundo.

La arremetida patriarcal ha sido tan brutal de un tiempo a esta parte que necesitamos revivir al feminismo porque, de no hacerlo, en un pestañeo volveremos a tener una bota pisándonos el pescuezo. Y cuando digo feminismo, no estoy diciendo nada más que: igualdad de oportunidades sociales, económicas y políticas para hombres y mujeres.

Conozco a personas inteligentes, informadas, bien intencionadas, compasivas y chéveres que están convencidas de que las reivindicaciones de los derechos de las mujeres son una cantaleta de viejas locas, feas y amargadas (léase: el ‘identikit’ misógino de la feminista que prevalece). Pero decenas de estudios a escala mundial comprueban que no lo son.

Por ejemplo, según Ayudaenaccion.org, siete de cada 10 personas pobres son mujeres y “no existe ningún país en el mundo en el que las mujeres y hombres disfruten de los mismos derechos y oportunidades”. También ha habido avances (en algunos países somos más en las universidades), pero falta mucho.

Hay cifras inquietantes como las que muestra la organización No Ceilings. The Full Participation Project: anualmente, cuatro millones de mujeres mueren en el mundo a causa de condiciones inseguras para cocinar; o que son muchas menos las mujeres en cargos directivos públicos y privados.

Les cuento esto, como quien les da información para su cultura general, sin fruncir el ceño ni quemar sostenes. Porque el feminismo se puede reivindicar desde diferentes estados de ánimo. El mío, hoy, es conciliador. Talvez porque un querido amigo me hizo notar que todos somos “machistas en recuperación”, o sea que no es cuestión de flagelar a nadie, sino de apoyarnos para dejar atrás esta tara. O porque, por recomendación de otro amigo, estoy leyendo ‘How to be a woman’, de la británica Caitlin Moran. Y ver el mundo desde su prisma feminista es divertidísimo.

Por ejemplo, Moran sostiene que para ser feminista solo hay que aplicar estos sencillos pasos: 1. Mandar al diablo todo el ‘bullshit’ que nos han heredado; 2. Reírse; 3. Tener sexo; 4. Sacar de nuestras vidas a cualquiera, empezando por un novio(a) y terminando por un gobierno, si son estúpidos o están equivocados; 5. Y, finalmente, hacer todo esto en actitud celebratoria, estruendosamente, rockeando.

Entonces, esta es la propuesta: dejemos de temerle a la palabra que comienza con ‘f’ y revivámosla siguiendo los 5 pasos anteriores. Alegrémonos y dejemos de negar que somos feministas (yo lo hacía hasta hace poco). Porque no hay otra manera de que este mundo sea más justo, y un lugar en el que todos queramos vivir, que aquella que promueve el feminismo.

Suplementos digitales