El conocimiento de las neurociencias ayuda a entender y en algunos casos prevenir y tratar padecimientos neuropsiquiátricos. Uno de los avances en el conocimiento del cerebro y su relación con la conducta tiene que ver con la explicación de cómo se dan las adicciones. El reforzamiento positivo es probablemente uno de los factores más poderosos en el desarrollo de adicciones e incluso de conductas compulsivas. Este hecho es conocido por los diseñadores de juegos electrónicos, administradores de casinos de juego, así como vendedores de alcohol o drogas.
En la adicción a redes sociales, el reforzamiento positivo se da por los “me gusta”, “retweets” o declaraciones como “favoritos” luego de que alguien publica algo, comenta algún evento o grafica algo de su vida o de los demás. Existe incluso competencias sobre el número de amigos con los que se cuenta en Facebook y no pocos twiteros alardean sobre la cantidad de seguidores que van acumulando. Cada nuevo amigo, cada nuevo seguidor, cada “me gusta” o cada reproducción de algo que se pone en la red social actúa como un gratificante (reforzador positivo).
Los diseñadores de juegos electrónicos saben que deben dar gratificaciones que generen la compulsión. Juegos como “los pájaros enojados (angry birds)”, uno de los más adictivos, desarrollaron su éxito a partir de permitirle al jugador llegar a una meta y como premio abrirle paso a un nuevo reto a alcanzar. Este modelo funciona en prácticamente todos los juegos electrónicos. Cada tarea cumplida da un premio, el cual genera neuronalmente una liberación de dopamina que a su vez estimula los centros de placer. El premio produce placer e implica un nuevo grupo de metas a cumplir. Esto provoca en muchas personas un comportamiento compulsivo de búsqueda de gratificación y placer que se manifiesta en una necesidad de seguir jugando, chequeando e-mails, revisando cuentas de twiter o Facebook, o jugando póker por Internet.
La mayor parte de las personas creemos que podemos ejercer control sobre este tipo de conductas compulsivas, pero poco a poco nos vamos haciendo adictos. Por ejemplo, ya no apagamos celulares cuando vamos a cenar o almorzar, revisamos nuestro correo mientras nos traen el menú o la cuenta, avisamos que entramos, salimos o nos demoramos en algún lugar… El primer paso es reconocer que podemos estar desarrollando una adicción y generar cambios. Debemos ser capaces de proponernos revisar nuestros correos en momentos predeterminados, y apagar el teléfono celular en ciertos contextos sociales como la comida y a partir de ciertas horas. En lugar de jugar cierto juego tanto tiempo, podemos optar por jugar un deporte real, o leer el periódico o un libro. Debemos aprender a defendernos de la maravillosa tecnología que tenemos en nuestras manos.