Patético’ el país asiste de espaldas al debate de una de las leyes más importantes para su futuro’ la Ley de Educación General’ la que incidirá sobre el destino de nuestros hijos pequeños, sobrinos y nietos.
Hay varias hipótesis que explicarían este fenómeno: a) el tratamiento casi simultáneo de otras normas muy influyentes como la Ley de Educación Superior, el Código de Reordenamiento Territorial, la Ley de Comunicación, etc’ nos tiene saturados, divididos, cansados o distraídos; b) la decisión de la Asamblea de aprobar sorpresivamente de esta ley nos tomó a todos desprevenidos; c) varios de los grandes actores de la educación: Iglesia y sector privado están muy satisfechos con el proyecto de la Asamblea por lo que no necesitan decir ni aportar nada o, por el contrario, tienen conciencia que si dicen algo nadie les hará caso, entonces “¿para qué perder el tiempo en acciones y movilizaciones?”; d) los intelectuales, académicos, alcaldes, prefectos, asambleístas, ministros, concejales ligados a Alianza País, sabiendo los límites de la ley callan por disciplina partidaria; e) muchos medios de comunicación, empresarios, sindicatos, organizaciones sociales, estudiantes, padres y madres de familia, ignoran la importancia coyuntural y estratégica de la educación para la vida privada y colectiva por lo que les da lo mismo luchar o no por ella.
Sea lo que fuere este último jueves la Asamblea fue a discutir el presente y el futuro de los niños y el destino nacional en absoluta soledad. ¡País sin visión’ País suicida!
La irrupción violenta de la UNE en la Asamblea difirió el debate en segunda para una fecha próxima.
Qué pena que un hecho brusco coloque a la educación en primera página de la prensa.
Sin embargo, esto abre una oportunidad para que los medios y los actores sociales y estatales digan algo antes de la aprobación de esta norma trascendente.
Sería bueno que los alcaldes, en especial los de Quito y Cuenca y todos los de Alianza País, se pronuncien si se quedan como simples constructores de aulas. Que los medios digan si jugarán algún papel en los aprendizajes significativos de la gente.
Que los maestros manifiesten ideas más allá del recurrente tema salarial; que el Gobierno señale si financiará la educación con deuda externa y si establecerá pautas para la realización de la calidad del gasto; que los empresarios se comprometan a pagar impuestos para financiar el derecho a la educación.
La propuesta de ley es interesante en varios aspectos, pero hay que hacer muchas mejoras en temas de participación, descentralización, evaluación, financiamiento, y en el concepto de la educación más allá de la escuela.
Quizá los asambleístas lo hagan. Mas sería bueno que recojan al menos una tesis: “el derecho de niños, niñas y jóvenes a una escuela de calidad cerca a su casa”.