Un país político bipolar

¿Qué deberíamos esperar de este nuevo período presidencial de Rafael Correa? En el plano político vamos a tener un discurso menos beligerante pero mucho más ideologizado. Ahora que el Presidente tiene el control absoluto de todas las funciones del Estado y que la oposición sigue huérfana de propuestas y líderes representativos, es probable que la maquinaria propagandística del Régimen reduzca el volumen de denuestos contra sus cada vez más invisibles antagonistas y proclame al país un evangelio de verdades políticas inapelables.

Así lo ha dado a entender Correa en múltiples declaraciones en las que ha dicho que él y su Gobierno representan ahora a La Izquierda -así con mayúsculas, quiero entender- y que los sobrevivientes de la contienda electoral que no están con él representarían a La Derecha -también con mayúsculas- del Ecuador.

Ese mundo bipolar calza perfectamente con la visión del presidente Correa que entiende el ejercicio de la política sólo en términos de deserción o de militancia. Para muchos ecuatorianos, el mundo bipolar de Correa no es una opción deleznable porque todavía guardan el recuerdo de ese vicio político que ha asolado al país desde su retorno a la democracia y que bautizamos como 'camisetazo'. Lo practicaron con fruición cientos de mercaderes de la política que vendieron su lealtad a quien más les pagara.

Pero un escenario político bipolar, como el planteado por el Presidente, también conlleva serios riesgos. Para empezar, el debate público puede volverse reduccionista y hasta imposible de practicar porque donde sólo existen una Izquierda, una Derecha -y absolutamente nada en el medio- se hace difícil matizar o plantear excepciones.

Un verdadero intercambio de ideas se hace alrededor de leyes o políticas públicas concretas, no a partir de proclamas absolutistas. Los méritos de esas leyes o políticas deben ser probados con datos duros, estadísticas confiables y no a través de muletillas desgastadas como aquella de "¡Hasta la victoria siempre!".

Si los ecuatorianos aceptáramos entrar en ese mundo político bidimensional al que se nos está invitando desde el oficialismo estaríamos en peligro de perder nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos y de manera razonada.

El espectro político ecuatoriano es demasiado amplio y heterogéneo como para dividirlo en dos únicamente.

Eso de La Derecha y La Izquierda es una taxonomía dieciochesca inaceptable para un país que ha mutado rápidamente, sobre todo desde la dolarización y desde este segundo 'boom' petrolero.

Más acertado sería hablar de varias Derechas, varias Izquierdas y muchas opciones de Centro. Reconocer esa realidad sería el primer paso para llegar a verdaderos consensos de largo plazo.

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