Se piensa que las migraciones son un fenómeno de Estados Unidos, Argentina y hasta quizá de Venezuela, pero no de Ecuador. La verdad, sin embargo, es que aunque no llegaron aquí grandes oleadas de inmigrantes, a lo largo de nuestra historia se ha dado movilidad poblacional desde los países vecinos, Europa y Asia.
Muchos colombianos y peruanos vinieron al Ecuador como comerciantes, trabajadores o refugiados políticos. Aquí formaron familia y se vincularon a las comunidades locales. Los españoles llegaron a estas tierras en la conquista y los años inmediatos. Desde el siglo XVI continuaron viniendo. En la Época Republicana, aunque el flujo migratorio se redujo, varios españoles se asentaron en el país, dedicándose al comercio y manufacturas. Vinieron también religiosos para la educación. Varios oficiales británicos de las guerras de la Independencia formaron influyentes familias. Luego se asentaron en el Ecuador varios técnicos de esa procedencia. Deben mencionarse otros migrantes europeos procedentes de Italia y Alemania, que llegaron al Ecuador, especialmente a Guayaquil, donde tuvieron significativa presencia en la vida económica.
Atraídos por el boom del cacao se asentaron en Guayaquil y varias localidades de la Costa grupos de migrantes chinos, dedicándose al pequeño comercio y al negocio de la alimentación. Desde inicios del siglo XX comenzaron a llegar al Ecuador inmigrantes árabes del Medio Oriente. En su mayoría eran libaneses, pero también había sirios y palestinos que llegaron con pasaporte turco, ya que sus países de origen eran parte del Imperio Turco. Los ‘turcos’, como se los llama equivocadamente, llegaron a posiciones destacadas en el comercio, la banca y la política. También ha habido migrantes judíos, sobre todo de origen alemán, pero son menos.
La influencia de los migrantes y sus descendientes ha sido limitada pero significativa. Aunque de vez en cuando se ha dado cierto rechazo, en general, la sociedad ecuatoriana los ha asimilado. A pesar de su aislamiento histórico, el Ecuador es un país bastante abierto. Pero ese aislamiento ha sufrido cambios en los últimos tiempos. La reciente emigración masiva hacia el exterior, uno de los rasgos del Ecuador de inicios del siglo XXI, ha abierto varias puertas y ha modificado muchas realidades internas.
La migración ha cambiado para siempre a nuestro país. Lo ha integrado más al mundo en su cotidianidad y le ha traído nuevos hábitos y costumbres. Le ha proporcionado una transferencia de dinero. Pero también le ha causado grandes problemas como el despoblamiento del campo, el deterioro de las relaciones familiares y el descalabro de muchos hogares, donde los hijos se hallan abandonados. A eso hay que añadir el desarraigo de los migrantes y el sentido de frustración de muchos.