Una pregunta de frecuente planteo entre los jóvenes se refiere al lugar en que elegirían radicarse para vivir y dar curso a sus posibilidades de desarrollo personal, dentro del país o más allá de sus fronteras. La Consultora CCR diseñó una encuesta en tal sentido y la puso en marcha en el bienio 2012-13, en la franja de edad comprendida entre los 20 y los 30 años. Las respuestas mostraron que el mayor número de consultados prefería permanecer en la Argentina, si bien hubo un descenso de elecciones entre un año y otro (del 30,1% bajó al 25,4%). Los que así contestaron pusieron de manifiesto un firme sentimiento de nacionalidad.
Cuando el contenido de la respuesta, en cambio, proyectó esa radicación ideal a otras naciones, dos países muy diversos fueron elegidos después de la Argentina: en 2012, Suiza (16,4%) y en 2013, Australia (15,3%), que creció en su atracción un 6 por ciento, entre una y otra medición. Canadá y Brasil resultaron naciones elegidas en los siguientes puestos de preferencia, en ese orden. Entre las razones que movieron a elegir al país australiano se mencionó que la gente vive bien, que hay seguridad y que los sueldos rinden.
Puede estimarse con fundamento que las respuestas dadas son fruto de valoraciones sensibles a los acontecimientos económicos y políticos de la actualidad. España, predilecta de quienes migraban del país hace algunos años, ahora ha descendido al 11º lugar con apenas el 1,1 por ciento de elecciones.
Han gravitado seguramente las noticias de la recesión y el desempleo que allí se sufren.
De modo inverso, tanto Australia como Canadá están demostrando una regularidad de crecimiento y de vida política estables, que atraen a muchos. Curiosamente, se trata de dos países del llamado Primer Mundo que la presidenta Cristina Kirchner eligió para mostrar que la economía argentina, medida a través de su deuda pública y sus reservas sobre el ( Producto bruto Interno) PBI, se encuentra muy sólida, llegando a sugerir que estábamos mejor que esas naciones. La Presidenta no habló del creciente impuesto inflacionario que pagan todos los argentinos, ni del cepo cambiario, ni de la inseguridad, ni de las graves fallas en materia de infraestructura, problemas que no se advierten ni en Australia ni en Canadá.
Es de presumir que la disminución de las preferencias por el propio país refleja la incertidumbre con que se vive nuestro presente y el futuro de corto y mediano plazos que se avizora.
En esta reflexión sobre los datos de hoy tampoco puede dejar de evocarse sin nostalgia el recuerdo de que nuestro país fuera tierra de promisión en el pasado.
Esa imagen parecería haber quedado congelada en la memoria del país, pues las alternativas de la historia por nosotros vivida y el proceso de globalización en marcha han dado paso a proyectos de vida posibles de cumplir en regiones que antes eran de difícil acceso y de las que no había suficiente información.
Ahora se cuenta con el conocimiento necesario y la seguridad del intercambio de las comunicaciones que favorecen el éxito.