La crisis múltiple que estamos sufriendo en el Ecuador reclama soluciones trascendentales, que no se pueden alcanzar con la polarización de las tendencias políticas a la que hemos llegado. Por tanto, es imperioso tener una visión histórica y una meta superior de alcance total, que sirva para lograr beneficios para todos los ecuatorianos.
Un pacto responsable y fecundo
Si se va a prolongar la contradicción tendremos resultados contraproducentes que hundirán al país. Entonces es tiempo de un pragmatismo fecundo, sobre la base de aceptar lo mejor de las dos tendencias y desechar las actitudes radicales. En el campo económico es urgente pactar una política pública que conduzca a un crecimiento importante en favor de todos los ciudadanos, prescindiendo de ideas extremistas.
Con la voluntad de todos
Tanto los tenedores de la riqueza acumulada como los demás ciudadanos deben entender que el camino que transitamos ahora nos lleva a la destrucción de la paz social. La inversión nacional debe impactar, ya, para que los extranjeros confíen en el país. Nuestras fuerzas productivas deben ser el motor del equilibrio económico que necesitamos, para no depender tanto del endeudamiento que ahoga nuestro desarrollo.
Equipos de gobierno
Una posición centrista debe presidir las políticas públicas en forma transversal y total. Sabemos que no estamos preparados para gestionar grandes soluciones, pero podemos conformar equipos mínimos de trabajo, privilegiando la competencia y la experiencia. Estamos constatando que no podemos administrar obras grandes ni comprometer nuestras riquezas naturales. El equipo del nuevo gobierno no debe constituirse solo a base de lealtades carentes de honestidad intelectual, pues solo quienes hayan hecho algo importante en sus vidas deben asumir las responsabilidades nacionales, por ejemplo, sobre el futuro, de sobre nuestros recursos naturales.
El contexto internacional
Un país pequeño debe hacer esfuerzos por concitar el apoyo de la comunidad internacional, tanto en la región como en el resto del mundo. Lograr un prestigio serio es necesario para la confianza y para obtener réditos implícitos. Frente a la nueva posición de los Estados Unidos, debemos estar atentos a la vorágine contraproducente de Trump, porque nadie sabe cómo piensa ni cuáles serán los resultados finales.