Mejor el silencio. Ese silencio que intimida y que es roto a momentos por un pájaro que se ha posado en una de las flores blancas del árbol de tilo o por un perro, perdido y solitario que deambula por las calles del barrio. Mejor el silencio a dejarse infectar por esos otros virus que rondan por ahí y que tienen infectadas las redes sociales y enfermos a sus usuarios.
Porque hay virus y virus: están los virus apocalípticos, incluidos los de noticias falsas de pseudo-médicos y supuestas curas además de videos, audios, mensajes de texto que llaman al caos, como si no fuera suficientemente difícil la situación, que crean miedo e invitan al desorden. ¿De dónde sacan tanta maldad y tiempo para inventar, teatralizar, producir, divulgar y difundir tanta basura?
Está el peligroso virus de la aporofobia y xenofobia que inocula en las élites y en las clases medias y que se alimenta de estereotipos que culpan a quienes están pasando peor en este desastre. Los infectados por ese virus ignoran que hay quienes no pueden cumplir las medidas sanitarias por varias razones: muchos ni agua potable tienen en sus casas así que no pueden lavarse las manos ni hidratarse como indica la norma sanitaria. Tampoco pueden pasar en cuarentena pues no es lo mismo la cuarentena con teletrabajo, comida a domicilio y Netflix, a pasar encerrados en espacios de cinco metros cuadrados, donde viven hacinadas seis, ocho o más personas entre cuatro paredes de tabla y techo de zinc, con el calor de la Costa, sin aire acondicionado, en un solo ambiente donde tienen que cocinar, dormir y pasar el día, además, sin que nadie pueda llevarse pan a la boca pues no pueden salir a trabajar. ¡Además de su tragedia y su pobreza resulta que, de acuerdo al virus de la aporofobia, son ellos los culpables de la desgracia nacional!
También está el virus del sabiondo: ese que sabe qué medidas debería haber tomado el Gobierno (como si algún gobierno del mundo realmente lo supiera) y da lecciones desde el inicio de la crisis: que el covid-19 era un invento para distraernos de las medidas económicas que el Gobierno iba a tomar, que el aislamiento era para evitar movilizaciones, entre otras sabidurías y ahora saben, por supuesto, qué hacer, cómo hacerlo, desde dónde hacerlo y con qué recursos, son voz autorizada y tienen la verdad sobre el origen del virus y el futuro de la humanidad. Los virus de la inequidad, de la prepotencia, de la demagogia, de la corrupción han sido desnudados en esta crisis.
De todos los virus que rondan por ahí hay uno que es vacuna: el del sentido del humor, el de memes y ocurrencias. Es el más amable de esta tragedia global y el que ayuda a sobrellevar la peste.