El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha cometido otro nuevo e inexplicable error en su ya larga lista de meteduras de pata que contribuyen a deteriorar aún más a esa decadente organización.
Si antes fue, y sigue siendo, con el caso de Venezuela respecto del cual contribuyó para que la Organización de Estados Americanos se margine de participar en la solución democrática al insostenible problema político y económico interno que padece ese país y se auto marginó a si mismo como mediador o facilitador, como era su obligación, ahora nos ha correspondido a los ecuatorianos.
En efecto, los ciudadanos Rafael Correa y Ricardo Patiño, nacionales de nuestro país, se han dirigido al Secretario General para denunciar “la alteración del orden constitucional que afecta gravemente el orden democrático y del estado de derecho” en el Ecuador, y el señor Almagro, tuit oficial por medio, no se le ha ocurrido nada mejor que acoger esta queja, cuando no debía hacerlo, y solicitar a los servicios jurídicos y técnicos para tomar una decisión. ¡Habrase visto tamaña torpeza! ¿No sabe el Secretario General de la OEA que solamente los estados pueden presentar reclamos de esa naturaleza de conformidad con el artículo 20 de la Carta Democrática?
En el Ecuador nada de lo que afirman Correa y Patiño está sucediendo. Por el contrario, se está llamando al pueblo a que democráticamente, a través de una consulta popular, a que se pronuncie sobre siete cuestiones relevantes para su institucionalidad, su economía, su lucha contra la corrupción y el medio ambiente. El señor Almagro, si no es debidamente informado por los medios y por su Representante en Quito, no podía tomar una decisión así.
Es más, la propia Carta obliga a que cualquier acción la tome con el consentimiento del Estado que está siendo acusado. Y ahí el gobierno de Moreno ha hecho bien y se le ha adelantado. Ha invitado a la OEA a que envíe una misión para que constate lo que está sucediendo en el país. Esa misión se dará cuenta, en el lugar, lo correcto, democrático y transparente del proceder del gobierno nacional.
Almagro le ha hecho daño al Ecuador con esta conducta y merece no solamente una pronta rectificación sino una reparación. Los estados de la OEA, todos, deben llamarle la atención al Secretario General que, con la aceptación de esta queja, como ya lo dije, afecta la imagen de la propia Organización.
Cuando termine su período, el señor Almagro dejará un penoso recuerdo y, entre otras cosas no solamente este malhadado asunto con nuestro país, sino la irresponsable herencia de una OEA sin uno de sus principales estados miembros como es Venezuela, cuyo retiro está ya en trámite y que él no pudo evitarlo.