La orfandad doctrinaria

En tres décadas se cumplirán 200 años de aquella frase impactante “proletarios del mundo uníos” que se difundió en 1848 dentro del Manifiesto Comunista de Marx y Engels para terminar con el capitalismo, abolir la propiedad privada de los medios de producción y terminar con las clases sociales explotadoras.

Cuando triunfó la revolución rusa en 1917, Karel Capek, un sereno intelectual checo, en 1924 estuvo en contra de ella y razonó así al contestar: “Porque no soy comunista. Si lo fuera me sentiría mucho mejor. Viviría convencido de que participo en corregir enérgicamente el mundo, seguro de que estoy de parte de los pobres y contra los ricos, peor si hay una condición: conquistar el poder, y luego, tal vez, nos ocuparemos de ustedes, y afirmar, no les prometemos nada, pero les necesitamos como unidad, como material igual que lo fuiste en la fábrica, tú callarás y obedecerás igual que ahora….”.

Así aconteció en la inmensidad geográfica de un tercio del mundo en la URSS y China Popular, países donde el Estado dominó toda la economía, erigió como verdad política la del partido comunista, abolió la libertad de expresión y para obligar a integrarse castigó a otros pueblos de culturas distintas con muertes masivas. Les privaron a esos pueblos de la alegría de vivir, de pensar libremente, y hasta de elegir su vestimenta.
En la década de 1980, comenzaron a llegar a China fuertes inversiones privadas externas que abrieron las bases capitalistas de producción, aseguradas en sus rendimientos por los bajos salarios, porque continuó en el dominio del poder político el partido, pero fue el primer signo de que habían fracasado los principios doctrinarios del marxismo-leninismo. Y esas economías estatizadas, destructoras de la iniciativa privada, no produjeron la anhelada justicia distributiva del producto social.

De las jóvenes generaciones surgieron los nuevos millonarios. El 2012 dejó el poder Wen Jibao, al concluir sus 10 años constitucionales, y el N. York Times probó que él y su clan familiar habían acumulado tres mil millones de dólares. Hace pocos días, Liu Han, de 48 años, magnate de la minería fue condenado a pena de muerte por corrupción. En 66 años no hay elecciones, pues todo decide la cúpula comunista.
En 1989, al caer el muro de Berlín, la ex-URSS y sus 9 países adheridos en Europa Central, comenzaron a restablecer el capitalismo.

Rusia inició el remate de todas las industrias estatales, y sus nuevos propietarios auspiciaron la toma del poder por Vladimir Putin hace 13 años. Flamantes millonarios como Alexei Kudrin, su exministro de Finanzas y Mikhail Prokhorov, declarados corruptos, huyeron. Restablecida la propiedad privada y la libre competencia, centenares de millonarios rivalizan con otros del viejo mundo capitalista. Actualmente contemplamos a los gobernantes de esos países, como huérfanos de las doctrinas socialistas revolucionarias, que sin embargo ejercen el poder sin límites de tiempo. Pero todavía Cuba intenta continuar con un confuso socialismo del siglo XXI, y al exportarlo fue Hugo Chávez quien asimiló hasta empobrecerle a Venezuela, y hay irradiación en Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

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