Si las organizaciones de la oposición, que coinciden ideológicamente en lo esencial, hubieran votado unidas, seguramente tendríamos en la nueva Asamblea al general Moncayo y a los doctores Montúfar, Herrerías y Viteri, y a otros valiosos ex asambleístas.
Si bien es importante el 23% alcanzado por Creo, es ilusorio pensar que pueda, con sólo acuerdos electorales locales y seccionales, remontar para el 2017 la votación del presidente Correa: 4 918 482 votos, el 51% de 9 467 062, incluidos los nulos y en blanco. Menos aún, si el candidato oficial cuenta con todos los recursos del Estado, con una propaganda aplastante, un clientelismo creciente, el control de los órganos electorales y la presencia asfixiante de los Comités de Defensa de la Revolución.
La amenaza de descalabro institucional, económico, social y ético (casos Gran Hermano, 30 de septiembre, Chuky Seven, Valija diplomática, Duzac y otros) que se cierne sobre el Ecuador, debería llevar a la oposición a un acto de responsabilidad cívica: conformar una alianza, basada en un programa de gobierno consensuado, que se comprometa a mantener la acción positiva del actual Gobierno, que sea de fácil comprensión y que asegure la solución de los problemas más acuciantes: seguridad, empleo, educación, salud, vivienda, agua potable, alcantarillado, control de sequías e inundaciones, caminos vecinales, reforestación, preservación del medioambiente, garantía a la inversión y al emprendimiento productivo y honesto, no politización de las Fuerzas Armadas y, sobre todo, protección de los derechos humanos y forja de una institucionalidad democrática con independencia de las funciones del Estado y de los órganos de control, y con partidos políticos grandes y bien estructurados.
Si no fuera posible un acuerdo de toda la oposición, debería buscarse la alianza entre las organizaciones afines, para lo cual las personas y las organizaciones políticas deben renunciar a la primacía a priori y aceptar la participación de todos en igualdad de condiciones, de modo que sean las capacidades, las virtudes cívicas y el esfuerzo diario, los que establezcan, en el amplio escenario del país y forma natural, los liderazgos, entre ellos, el de aquel ecuatoriano que tenga la capacidad de aglutinar a una amplia mayoría de ciudadanos bajo una misma causa.
La confianza del pueblo premiará a los que mayor desprendimiento y patriotismo demuestren. Si no es posible en este momento la alianza, deberían establecerse acuerdos para las elecciones seccionales y el compromiso para, a más tardar en dos años, designar un candidato presidencial único, escogido en elecciones primarias, abiertas a toda la población .
Si el egoísmo y la miopía vuelven a imponerse, es seguro que en el año 2017 se estará repitiendo el drama actual .