A nivel mundial, un servicio de taxis (que no existe en el Ecuador) está generando unas opiniones muy apasionadas a favor y en contra.
Si bien el más famoso de esos servicios no existe en nuestro país, otros, parcialmente comparables, si están en el Ecuador y también tienden a generar opiniones opuestas. Esas opiniones extremas son el resultado de que lo que están ofreciendo rompe con lo que hemos estado acostumbrados, posiblemente, desde que existen los taxis.
Por cierto, ellos no se definen a sí mismos como compañías de taxis, sino como empresas tecnológicas que conectan a personas que necesitan transporte, con aquellas que lo pueden ofrecer: “junta la oferta con la demanda”. El servicio que ofrecen puede sustituir el de los taxis y lo hace bastante bien porque la parte tecnológica consiste en un app en un teléfono que le permite al usuario “contactar” con vehículos que están cerca y que estarían dispuestos a transportarlo a su destino.
Mediante un par de clics, el usuario ordena su ‘transporte’, que al dejarlo en su destino no le cobra nada directamente, pues el costo se carga a la tarjeta de crédito. Los servicios que ya existen en el Ecuador se parecen en algunos puntos y tienen ventajas frente a la competencia tradicional como, por ejemplo, entregar facturas electrónicas u ofrecer bebidas durante el viaje.
Todo suena muy bonito, pero algunos detalles complican al líder mundial. El primero es que las tarifas que cobra no son siempre las mismas, sino que dependen de oferta y demanda y cuando hay un imprevisto disparo de la demanda las tarifas pueden subir muchísimo. También han tenido problemas por el “pésimo carácter” de Travis Kalanick, su gerente general. Pero lo más complejo es lo legal y laboral, porque el vínculo que hay entre estas “empresas tecnológicas” y los “transportadores” no calza en ningún tipo de relación laboral existente, pues son paralelamente subcontratistas, tercerizados, receptores de honorarios y empleados en relación de dependencia y el pago que reciben tiene algo de sueldo, algo de honorario y algo de “pago directo menos una comisión”.
Quizás, estas nuevas relaciones “laborales” están más acorde con los cambios tecnológicos, y son algo que todavía tiene que definirse y donde hay que aclarar pagos a la seguridad social, impuestos, retenciones. También hay cosas extraordinarias: un reciente estudio demostró que en Nueva York, cuando ingresó esta compañía, hubo una caída de 30% en los accidentes de tránsito relacionados con alcohol.
Finalmente, oponerse a estas empresas parece inconveniente e inútil, porque es parte del imparable avance tecnológico y parecería mejor adaptar las leyes, costumbres y prácticas de transporte para que un cambio irreversible tenga los menores costos posibles.