La prisión preventiva se dictó horas después de que Ricardo Patiño saliera del país. De inmediato se declaró perseguido político. El club de “perseguidos” del correísmo cuenta con casi medio centenar de socios, entre juzgados, prófugos y presos y otros tantos en lista de espera.
Pedro Delgado, primo del ex presidente, salió a Miami tras recibir un homenaje del régimen y con la bendición del mandatario. Este aseguró que el ex presidente del Banco Central regresaría pues solo viajaba por la boda de un hijo. Delgado había confesado antes la falsificación de su título de economista. Pesan contra él sentencias por enriquecimiento ilícito y por peculado. El ex vicepresidente Jorge Glas, condenado a seis años por asociación ilícita y con otros procesos pendientes por delitos más graves en la trama de sobornos de Odebrecht, cumple su primera sanción en la cárcel de Latacunga.
Carlos Pólit, contralor del Estado en la década y ahora prófugo, fue condenado a seis años de prisión por el delito de concusión relacionado también con las coimas de la constructora brasileña. Carlos Pareja Yanuzelli, ex gerente de Petroecuador y ex ministro de Hidrocarburos, salió primero del país cuando era investigado con otros funcionarios por presunto cohecho y regresó por intermediación de José Serrano, por entonces presidente de la Asamblea; ahora suma 31 años de cárcel en cuatro condenas por varios delitos en los manejos en la estatal petrolera y la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas.
Fernando Alvarado, acusado por peculado, se quitó el grillete electrónico y fugó hacia Venezuela. Pablo Romero, Carlos Ochoa, Sofía Espín, acusados por diversos delitos, se incorporaron a ese club que encabeza Correa, con orden de prisión por el secuestro de Fernando Balda. Todos en su momento han enarbolado la bandera de perseguidos. La lista es bastante más extensa…
En una bravata fugaz, Patiño llamó a partidarios correístas a bloquear las calles y tomarse las instituciones públicas, a una resistencia combativa contra el actual gobierno. Pero pronto el combatiente dejó el cuadrilátero vacío. Sin embargo, se lo investiga por instigación. Más importante sería indagarlo por los Pativideos, cuando, como ministro de Economía, grabó por mano de su colaborador Quinto Pazmiño un diálogo en el que le proponían espantar a los tenedores de bonos de la deuda externa con la declaración de que el país podría incurrir en mora; o investigarlo como canciller por el escándalo de la narcovalija u otros asuntos de grueso calibre.
Lo terrible del club de prófugos es que, sin dar la cara a la justicia, parecería que se acogieran a ese dicho del agro montuvio, “Er que juye vive”, pero la sociedad queda burlada por la hiriente impunidad y la ineficaz acción de la justicia.