El Ecuador quiere pagar la deuda externa pero no puede más. El mercado y los tenedores de bonos están reconociendo esta nueva realidad y por eso el riesgo país se ha disparado a alrededor de 4.500 puntos. El estancamiento ecuatoriano pre coronavirus ya presagiaba grandes dificultades y ahora, la profunda recesión causada por el virus y la volátil baja del precio del petróleo y de las demás exportaciones imposibilitan que el Ecuador tenga con qué pagar la deuda a los bonistas. El tan criticado pago de USD 325 millones que dejó sin dinero para atender la emergencia sanitaria debe ser la última acción errática pues solo posterga el impacto del default por treinta días.
Para posicionarse como un país serio el Ecuador necesita pactar un proceso de reestructuración total de estos “ bonos basura” cuya suma alcanza a USD 18 mil millones, a fin de proyectar una imagen creíble en el largo plazo que impulse a la baja del riesgo país, porque si sigue altísimo ningún inversor va a venir al país a arriesgar su dinero si no prevé también una altísima rentabilidad.
Esto no saben los políticos populistas que han empujado al Ecuador a ser catalogado históricamente como un mal pagador, por lo cual le cobran elevadas tasas de interés cuando contrata deuda externa privada. Es decir que el Ecuador no tiene “grado de inversión” y por eso nadie quiere invertir aquí, por más que la dolarización asegure los retornos en divisas o se eliminen impuestos a la renta.
La estructura de la economía ecuatoriana determinó un crecimiento del 2% en los pasados 40 años y es previsible que repita en las próximas décadas, por lo que la reestructuración debe comenzar con una “quita importante” del valor de los bonos por sobre el 60% y el nuevo monto pagar a 40 años plazo, con 10 años de gracia y una tasa de interés similar a lo que cobran los organismos multilaterales. Solo así el Ecuador podría pagar la deuda, comprometiéndose sinceramente en un contexto mundial dramático.
Mientras dure este nuevo proceso de negociación el Ecuador no pagaría nada a los bonistas, en tanto que los organismos multilaterales de crédito seguirán coadyuvando a paliar las necesidades de liquidez, teniendo en cuenta que la deuda externa ecuatoriana significa el 53% del PIB, que no es tan alto como en otros países.
El Ecuador tiene que hacer una similar propuesta a China y a otros acreedores para que acepten cesiones grandes porque el paciente está grave y se necesita estabilizarlo para recuperar su salud financiera, más aún cuando se advierte que las consecuencias económicas del coronavirus serán profundas y duraderas.
El único poder de negociación que tiene el Ecuador ahora es decir no puedo pagar nada y necesito tiempo para producir y lograr la confianza para pagar la deuda en condiciones compatibles a la recesión devastadora que se viene. Creemos que el mercado comprenderá nuestra situación y estará abierto a este tipo de planteamientos.