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Dejaron de hacerse de aserrín y ropa vieja. Las máscaras ya no son de los políticos de turno. Se les fue el humor, quemado en algún año pasado, evitando malestar en los susceptibles revolucionarios, incapaces de reírse de sí mismos. Una pena, porque los monigotes de la sátira política cambiaron por los monigotes venidos del mismísimo imperio yanqui, de la dominante y alienante caja boba (la tele): ahora los años viejos son los héroes de Marvel, monstruos y transformers, pitufos azules, princesas de Disney, ratones Mickey y los Minions, esos que tienen solo un ojo.
Aunque nos hayan quitado la gracia de reírnos de los políticos de turno así, vistiéndoles de año viejo, tenemos todavía la posibilidad de esconder, tras esa parafernalia, el humor popular. Y quemar al muñeco de Beto (de Plaza Sésamo) como si fuera el mismísimo retrato del cejijunto asambleísta ahora castigado por la ética oficial. O imaginar que el musculoso Hulk es el retrato del Presidente cuando piensa en la oposición que le hace ponerse verde de las iras. Tal vez las princesas Disney sean la representación de las tres señoras de la Asamblea a las que se quemará este año. No les quedaría mal el mote de Cenicienta, Blancanieves y los siete enanitos (verdes) y la Bella (sin la bestia).
Aquel monigote de chulla ojo puede ser, en cambio, el fiel retrato de la oposición, que no ve más allá de su ombligo. Esa oposición tuerta y pequeña que da palos de ciego sin saber adónde va, si a la derecha, a la izquierda, al norte o al sur, arriba o abajo, al centro o pa’ dentro.
Transformer bien puede ser aquel exvicepresidente que pasó del autoexilio a la fama que le dio un debate televisivo en cadena nacional, de voraz neoliberal a consejero experto en timbres. Pensándolo bien, lo de Transformers les viene como anillo al dedo a algunos que pasaron de compinches a enemigos o de enemigos a compinches o de izquierdosos a derechosos y viceversa.
En algunos puestos, medio escondidas, asoman las clásicas “caretas” de políticos como León, Nebot, Sixto, Borja, Abdalá o Lucio… como casi nadie los recuerda, ya no tienen gracia.
Y no es materia prima lo que les ha faltado en esta montaña rusa de noticias, de protagonistas, de incidentes rocambolescos de los que está llena la política nacional. Lo que pasa es que se han contagiado del miedo, de la dificultad de sonreír que tiene el poder, de lo insípidos y sin gracia que se han vuelto los funcionarios, que casi acabaron con la tradición. Ni modo. A hacerse los locos. A quemar monigotes de una cosa, pensando en otra. A quemar al amarillo Bob Esponja haciéndose a la idea de que es un verde borrego. La máscara, sobre la máscara. A quemar monigotes como quien no quiere la cosa, mirando a otro lado, con disimulo, pero…¡a quemarlos al fin¡ ¡Felices fiestas!