Durante el mes de abril, gracias a un pago de USD 36 millones, la “deuda contingente” del Ecuador cayó en USD 2 410 millones. Esta es la historia de cómo con un pago tan chiquito se logra una reducción tan grande de la “deuda contingente”.
Resulta que en agosto de 2018 el Ecuador pidió dos préstamos de 500 millones cada uno y, para pagar menos intereses, dio una fuerte garantía. Esta garantía eran bonos del mismo país, pero por un monto muy superior al crédito recibido: eran los 2 410 millones ya señalados.
Así, con una garantía 2,4 veces más grande que el crédito, se logró que la tasa de interés sea 6,5%, en lugar del 10 u 11% que se hubiera pagado sin tener esa garantía.
El problema comenzó cuando los bonos ecuatorianos empezaron a caer de precio, con lo que el valor de la garantía también cayó. Y cuando la garantía se “desinfla”, el país tiene que poner recursos para “re inflarla”.
La caída de los precios de los bonos fue especialmente fuerte y hoy están alrededor de 30, es decir, por un papel que dice que el Ecuador pagará 100, el mercado paga 30. Y mientras caía el precio, caía el valor de la garantía y el Ecuador tenía que re inflar lo garantizado. Esos reforzamientos de la garantía implicaron entregar, entre noviembre 2019 y marzo 2020, unos 763 millones de dólares netos. Si no se entregaba ese dinero, la garantía dejaba de tener la cobertura necesaria y se ejecutaba, es decir, la deuda hubiera subido en 2 410 millones.
Porque esos 2 410 no eran una deuda estrictamente hablando, sino una deuda potencial, una obligación que podría convertirse en deuda, o sea, una “deuda contingente”,
Para el mes de abril, de los 1 000 millones del crédito original ya se había pagado unos 200. Y como se había “re inflado” la garantía en 763, lo que quedaba pendiente eran los 36 millones señalados en el primer párrafo.
Lo lógico era pagar 36 millones y liberar 2410, además de quitarse de encima un dolor de cabeza. Eso hizo el ministerio y la deuda (contingente) cayó en el monto señalado. Estrictamente hablando, esta fue una operación de re compra de nuestros propios bonos.
Finalmente sobrevivimos al asunto. Sobrevivimos. Claro que habría que ver exactamente cuánto mismo nos costó la operación, traer cada pago a valor presente y calcular qué interés se terminó pagando. Porque la tasa de 6,5% era sólo si se cumplía con el contrato original.
Pero en el futuro no se debería entrar en operaciones financieras tan complicadas, donde los contratos no son públicos (a diferencia de las emisiones de bonos) y que se prestan a todo tipo de comentarios especulativos.
Idealmente no deberíamos estar tan desesperados para necesitar recursos de este estilo, pero eso es utópico.