En el año 2021, la economía ecuatoriana, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, va a ser un 5% más pequeña que en el 2019. Ese número es el resultado de sumar la caída del 2020 y la recuperación del 2021.
Casi todos los países de América del Sur van a estar peor en el 2021 que hace dos años, pero para el Ecuador la cosa va a ser especialmente compleja, porque en nuestro caso se suma una fuerte caída y un tímido rebote.
Otros países tuvieron o una caída menos dura o una recuperación más fuerte, pero en ningún caso van a estar tan mal en el 2021, comparado con el 2019.
Obviamente, Venezuela no entra en esta comparación, porque ellos son el único país del continente americano cuya economía va a caer en el 2021 (al igual que ha venido cayendo los últimos ocho años).
Pero fuera de Venezuela, el Ecuador va a ser el país de Sudamérica que, con el efecto combinado de la caída y la recuperación, peor va a quedar. Frente a eso, países como Perú, Argentina y Bolivia cayeron más que el Ecuador en 2020, pero tendrán fuertes rebotes en el 2021.
En realidad, dentro de nuestro subcontinente, somos uno de los países que más cayó y vamos a ser el país con el peor desempeño en este año (siempre sin incluir Venezuela en la comparación).
¿Por qué no va a “rebotar” nuestra economía con más energía en este año? Hay varias explicaciones para eso.
La primera y la más importante es que la economía ecuatoriana es poco flexible. A nuestro sistema productivo le cuesta adaptarse a realidades cambiantes y esa es una debilidad importante en estas épocas donde las cosas evolucionan con tanta rapidez.
Uno de los factores que hace inflexible a nuestra economía es que por la legislación laboral que tenemos, es muy costoso despedir un empleado para contratar otro. Por eso, las empresas tratan de siempre seguir haciendo lo mismo y dudan mucho de introducir cambios que puedan requerir de empleados con habilidades o competencias distintas.
Por otro lado, el gobierno le ha acostumbrado al sector productivo a estabilidad en ciertas cosas que para el resto del mundo cambiaron muchísimo. Por ejemplo, en los precios de los combustibles, donde en el Ecuador vivimos casi dos décadas de absoluta estabilidad, mientras que en casi todos los demás países subían y bajaban con notable frecuencia.
Finalmente, si el país ya tenía una economía desajustada en 2019, hasta que no se ponga en orden las finanzas públicas y no se cubra de mejor manera los pasivos del Banco Central, no va a haber la suficiente confianza para que podamos atraer las inversiones necesarias para reactivarnos.
Se necesita, por lo tanto, una mezcla de flexibilidad, realismo y confianza. Sino, el 2022 tampoco va a ser mejor.