Mi candidato

Mi candidato es el padre Colin Macinnes de 76 años de edad, nacido en South Uist, archipiélago de las islas Hébridas en la costa oeste de Escocia, Reino Unido. Luego de estudiar filosofía y teología en el Seminario Mayor de Valladolid, España, se ordenó de sacerdote en la catedral de Santa Columba de Oban, Escocia, trabajó tres años en su lugar natal donde se habla gaélico e inglés y fue agricultor, albañil, constructor de una comunidad de fe dirigida a la ayuda de los más pobres, y pronto llegó a ser miembro del Consejo Escocés de las Artes y de la Comisión Consultora de la BBC para difundir por radio y TV programas para gaélicos de la Gran Bretaña. Alto, fuerte. Muy parecido al director y actor Mel Gibson del filme Corazón Valiente.

Dejó todo esto en 1984 y luego de consultar a la Sociedad Misionera de Boston Santiago Apóstol, con tres mil dólares de ahorros, se vino a trabajar en la parroquia San José Obrero, Comité del Pueblo, entonces un arrabal en Quito Norte, entre polvo, constante olor a orinas, casas miserables, desempleo, matones que vendían y quitaban terrenos, asesinos y políticos que ofrecían mucho y casi nada hacían. Y luego de recorrer a pie todo ese barrio soñó con las siguientes prioridades: agua potable, alcantarillado, nuevas viviendas, una casa parroquial con aulas, comedor para niños desnutridos, talleres para mujeres y un centro comunitario; dispensarios, hospital, caja de ahorros, y una fundación para administrar todo esto con fondos conseguidos en Escocia y operaciones financieras de gran ingenio que produjeran lo necesario para que todo esto se llevara a cabo.

Trataron de matarlo en tres ocasiones; el ingeniero que administraba el Fondo le perjudicó en un millón de dólares y cuando Colin lo denunció, terminó él siendo denunciado, a punto de ir a la cárcel, condenado por un juez, con muchos policías, agentes y perros policiales. El pueblo se alzó y obligó a retirarse a los “justicieros”, y no hubo muertos porque Colin apaciguó al pueblo. Un obispo auxiliar de Quito lo tuvo escondido y cuando más de doscientas personas incluidas autoridades pidieron a la Corte Suprema que interviniera, pudo Colin continuar con su obra hasta que, hecho realidad su sueño, fue enviado a Guayaquil a dos de los suburbios más miserables para que aplicara su receta de que la fe mueve montañas cuando hay una comunidad llena de amor que consiste en obrar para los otros en nombre de Jesús. Colin hizo el milagro de que una parte de la burocracia y muchos voluntarios le ayudaran con entusiasmo.

Jubilado, Colin regresó a su pequeña isla natal donde celebra misa y sigue obrando. En estos días gracias a sus contactos anda empeñado en que el gobierno del Reino Unido done a Ecuador un buen número de vacunas contra el covid-19, vacunas, como él mismo dice, para los más pobres del país. Buen ejemplo el de Colin: Que haya líderes buenos y sencillos que trabajen con la gente por la gente.