Sebastián Borja
Las perspectivas de que se junten una crisis económica y un año preelectoral no son halagadoras. Se corre el riesgo de que propuestas o proyectos políticos de aplausos pasajeros sean los puntos de debate que deslumbren a la sociedad, en lugar de discutir medidas económicas y sociales serias que detengan el estancamiento económico que agobia al país. El electorado ecuatoriano deberá distinguir entre lo que son propuestas coyunturales o aquellas que traten los temas estructurales que se necesitan para recomponer la situación actual.
Sin embargo, no toda coyuntura electoral es mala por sí misma. Este puede ser el mejor momento para que nuestra sociedad sea mayormente exigente con quienes pretenden acceder a los más altos niveles de la administración pública nacional. Es hora de que el debate suba de nivel y de que no se repita una enumeración general de ofertas de campaña, sino que se diga con claridad cómo se las va a cumplir. El principal problema del Ecuador será el desempleo. ¿Cómo se va a generar empleo en el país? Hay que hablar de cómo se le va a devolver la seguridad y confianza al sector empresarial.
Hay que debatir cómo se va a apoyar a la empresa familiar para estimular nuevos emprendimientos y sobre la urgente y tantas veces reclamada tregua normativa. La previsibilidad es fundamental para garantizar la inversión nacional y extranjera que reclama urgentemente el Ecuador. Hay que discutir sobre los nuevos mecanismos y formas de contratación laboral que generen empleo y guarden equilibrio razonable entre empleador y trabajador, pero que al mismo tiempo permitan que la empresa crezca y adapte sus necesidades al mercado y a la realidad.
Hay que hablar sobre el comercio exterior. ¿Cómo vamos a defender la dolarización si no fomentamos de manera estructural al sector exportador del país? Se requiere un debate a fondo para establecer mecanismos que mejoren la competitividad empresarial e impulsen su innovación, especialmente con el fin de la era de los ‘commodities’.
Hay que debatir sobre cómo se va a alentar el emprendimiento, con mensajes claros y contundentes de respeto a la libertad y a la propiedad privada. Se deberán discutir las alternativas para la inserción de la población económicamente activa al mercado laboral, especialmente de mujeres y jóvenes, de manera rápida y efectiva. Se deberá entender por qué las empresas sostenibles producen un círculo virtuoso en una sociedad y cuál es su rol en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.
Estos temas y otros más deben ser expuestos con franqueza por los actores políticos que aspiran dirigir los destinos del Ecuador. El país no puede perder otra vez la oportunidad de debatir estos aspectos que no son coyunturales sino medulares para colocarnos en la senda de un crecimiento económico justo y equitativo, del empleo y de la paz social.