Que alguien en el Municipio de Quito tenga la bondad de responder quién, cómo, cuándo, dónde, pero sobre todo, ¿por qué no hizo nada para impedir que la Plataforma Financiera, primero, se construyera, y, segundo, se construyera mal? Es una pregunta que seguramente decenas de miles de habitantes de esta ciudad nos estamos haciendo. Y necesitamos una respuesta; no para hoy, no para mañana, sino para ayer.
Aunque el período de lluvias, al parecer, ya está en retirada y quizá el armatoste no se vuelva a inundar ni a parecer una imitación barata de las Cataratas del Niágara, y en los próximos meses los incendios forestales copen toda nuestra atención, eso no quiere decir que el colector mal construido nunca existió ni que vaya a arreglarse solo. Y tampoco que lo vayamos a olvidar y a dejar de pedir la explicación que nos deben.
El exalcalde Barrera, que tan agencioso anduvo en la campaña pasada, debe volver a radios, periódicos y canales para que nos cuente en qué estaba pensando cuando autorizó esta locura; ¿no había un urbanista en su período que supiera qué es la escala humana? Y el Alcalde actual también debe decir algo, porque lo que ha pasado y sigue pasando es incomprensible e indignante. Es que semejante despropósito, encima, se hizo con nuestra plata. No pueden hacerse los locos, señores del Municipio, señores del Gobierno.
A vuelo de pájaro, de la malhadada Plataforma Financiera se sabe: que su construcción se autorizó en la administración de Barrera; que el colector Mirador Sur, que colapsó luego de haber sido reubicado, se hizo bajo esta administración municipal. Toda la obra estuvo a cargo de la empresa china CAMC; que terminó costando tres veces más de lo presupuestado (de 79,5 millones anunciados en 2014, se terminaron pagando 208,9 millones en el 2017); que es normal que le llueva adentro porque el Maestro Mayor en Jefe ya dijo que en cualquier edificio nuevo la lluvia corre por las paredes y gradas interiores; que por un buen tiempo -por lo menos hasta que funcione el Metro- ayudará a colapsar más el tráfico vehicular en la zona; y que, además de todo lo anterior, es horrenda.
Otra pregunta: esos 800 000 dólares que supuestamente costaría la reparación del colector (que ojalá no se multipliquen como panes y peces y terminen en 2 400 000) ¿los vamos a pagar nosotros?
Y un par más (perdón, no puedo parar): ¿Por qué la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento no ha sido más enérgica y exigente con CAMC? ¿Qué la disuade de armar el escándalo que corresponde si lo que dice es cierto: que la empresa china era la responsable de la construcción del nuevo colector y que no hizo caso a sus observaciones sobre lo que no estaba bien?
Es urgente que alguien responda qué pasó y sigue pasando. Pero, sobre todo, ¿por qué?
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