Claro que sí. Pero no por la información dirigida y el bombardeo de propaganda que tienen el efecto contrario, son no creíbles, cuando solo se intenta convencer, sin los sustentos adecuados.
¿Cuáles son los sustentos?: Los que evidencien transparencia y verdad.En los hechos-aun cuando se lo niegue- hay un deterioro real en la institucionalidad y en la estructura económica del país. En días recientes de septiembre, las recomendaciones –que algunos tachan de condicionalidades- para que el Parlamento Europeo dé luz verde al acuerdo entre la Unión Europea y el Ecuador lo evidencian.
No hay tolerancia en el Ecuador. Ante la discrepancia no se prioriza el diálogo con los que piensan diferente, sino el enfrentamiento. A más de que no hay una efectiva división de las funciones del Estado, porque, a pretexto de que se está ante un proyecto político diferente, quizás con deficiencia de información previa, por miedo o sumisión de quienes deben proveerla, se impone como única voluntad la presidencial.
No hay dinero. Desde el Estado y entidades del sector público se deben cientos de millones de dólares a contratistas y proveedores, y estos a su vez los adeudan a terceros. A esto se suma la manía de seguir desacreditando a empresas y sectores empresariales, que a su vez asumen actitudes de recelo.
El riesgo país, cuyo promedio en septiembre en la región –excluyendo a Venezuela y Ecuador- no llega a 500 puntos, contrasta con el de estos dos países. Venezuela lo tiene en más de 3 000 puntos y Ecuador, al 28 de septiembre del 2015, llegó a 1 404 puntos.
Fuera de préstamos onerosos vinculados con entrega de petróleo, Venezuela y Ecuador están fuera del mercado de créditos. Podrían acceder a estos, de formularse programas económicos creíbles.
¿Qué hacer? Primero serenarnos. Tener claro que en crisis se afecta al Gobierno, pero puede hundirse la economía del país. Alguien decía, “¿y las sabatinas?, en que se multiplican las órdenes a la Asamblea, a los jueces y fiscales, así como a las autoridades de control”. Habrá que pensar que buena parte de la intervención presidencial es para impresionar. Luego, abrir diálogos con facilitadores que a su vez orienten.
Días atrás se celebraron los 25 años de Esquel, con el impulso inicial de actores de primera línea del Ecuador, Alfredo Pareja y Luís Gómez Izquierdo, con un director ejecutivo de excelencia, Cornelio Marchán Carrasco. Cuanto bien ha hecho Esquel al Ecuador al propiciar democracia y equidad, principios y prácticas inseparables. Ahí está el modelo de una institución facilitadora, no vocera del Gobierno ni de sus críticos.
Hoy están en Esquel, de lo que conozco, Pablo Better, presidente del Directorio, y Boris Cornejo, presidente Ejecutivo. Los dos de excelencia profesional.
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