Altos costos y baja productividad

Si la productividad no crece en forma concomitante con la subida de los salarios, se elevan los costos y disminuye a la capacidad competitiva.

Según la Cepal, en el Ecuador durante el período 2007-2014 los salarios crecieron 45,2% mientras que el Producto Interno Bruto por persona solo aumentó el 21,8%, lo que evidencia que nuestra productividad per cápita es baja. Si esto es así, se trata de una falencia estructural y un problema de fondo que exige una política seria con base en el talento nacional y menos dependiente del petróleo.

Si la recesión económica va a ser larga no caben medidas contracíclicas de corto plazo, sino programas de cambios efectivos que mejoren el capital humano y la infraestructura productiva, precautelando el empleo de la gente pobre para sostener los progresos redistributivos.

No se trataría de un ajuste que implique pagar menos al factor trabajo, sino de aumentar por todos los medios la productividad para disminuir la pobreza, no como un regalo sino como una compensación por un mejor rendimiento laboral.

Quizá la baja de los ingresos petroleros nos empuje por fin a racionalizar nuestros esfuerzos para producir nuevas manufacturas, conforme a las macrotendencias mundiales y no solo materias primas o bienes primarios.

Si se quiere cambiar la matriz productiva es necesario priorizar lo viable y no desperdiciar energías en incurrir en proyectos que no puede hacer el Ecuador por más que quiera, como las industrias petroquímica y siderúrgica.

Mas bien debemos aumentar la intensidad de nuestro trabajo con profesionales innovadores y crear una economía con valor agregado basada en la biotecnología para modernizar la agricultura.

La escasa productividad también se debe a que trabajamos poco. Los países que están a la cabeza de la competitividad mundial son los que más y mejor trabajan. Por ejemplo, Suiza -que mantiene el liderato en esta materia durante los últimos seis años- trabaja sin puentes vacacionales, ni fiestas nacionales con asuetos obligatorios. Su día nacional lo celebran el primer día de agosto con reuniones cívicas pero a partir de las 6 de la tarde en las plazas públicas.

Nosotros perdemos muchas horas laborables en fiestas cívicas prolongadas o en aniversarios que festejan a veces el simple transcurrir del tiempo. No trabajamos horas completas de 60 minutos ni todos los días laborables cuando viajamos desde las demás provincias los lunes y regresamos los viernes.

Debemos repensar todo esto para que crezca genuinamente nuestra economía, con el concurso de todos, pues solo un crecimiento sano permite una justicia social perdurable. Por eso se requiere que las alianzas público-privadas den resultados efectivos y se apliquen también a emprendimientos que generen nuevos productos exportables, porque solo el mayor ingreso de dólares consolidará la dolarización.

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