Un antiguo tango decía que “fumar es un placer, genial, sensual…” Hay mejores placeres, más sanos, como viajar, conocer, salir de la rutina; pero los viajes cuestan caro, una persona normal debe invertir una buena parte de su presupuesto y también endeudarse para conocer tanta maravilla que ofrece el mundo. Hay otros viajes que resultan más placenteros, los que salen gratis o del presupuesto del Estado, no importa si la situación de su país es de crisis.
Hay un presidente que tiene el récord de nueve visitas de estado en un solo mes. En enero del 2015 el presidente Maduro prácticamente no estuvo en su país; aprovechó para viajar cuantas veces pudo, comenzando por Cuba, que visita con frecuencia o visitaba, especialmente cuando estaba vivo Fidel Castro (no se perdía ninguna oportunidad de festejar su cumpleaños). Que un Jefe de Estado viaje no tiene nada de extraño, en una sociedad globalizada los encuentros presidenciales son necesarios, pero algunos mandatarios, incluso el innombrable, ignoran las prioridades.
Asistir a aniversarios intrascendentes solo sirve para enaltecer el ego de quienes están en el poder. El presidente Evo Morales tampoco se perdió la oportunidad de viajar a festejar los cumpleaños de Castro y tomarse bastantes fotos. Ese latinismo denominado decoro tiene escasa importancia y se pierde con bastante facilidad porque el poder los vuelve inmortales. El diario La Razón publicó que en 10 años de gestión, el presidente de la República Plurinacional de Bolivia efectuó 178 viajes a 46 países. Dentro de su país fueron 4 624 desplazamientos, la mayoría a Cochabamba.
Antes de ser presidente viajó muy poco, pero una cosa es con guitarra y otra con violín, por eso fue en 20 ocasiones a Venezuela, 10 a Cuba y aquí viene lo increíble y es un buen ejemplo porque, al igual que sus colegas socialistas del siglo XXI, se fue a Estados Unidos en 17 ocasiones. En el discurso socialista el país más odiado es Estados Unidos, sin embargo la ciudad más visitada es Nueva York. Algo bueno debe tener el capitalismo de EE.UU. porque quienes se declaran enemigos implacables del imperio se quedan fascinados, aunque no lo admitan públicamente.
Puede ser coincidencia, pero la ex presidenta Cristina Fernández a donde más viajó fue a Venezuela, tal vez para constatar el modelo de gobierno que tiene a la economía colapsada y sin posibilidades de que se recupere. Más de un centenar de viajes acumuló la mandataria sin que le haya faltado Cuba. Al contrario de todos estos placeres, hubo un personaje que decidió predicar el evangelio más allá de las murallas del Vaticano. Pero hay que notar que Juan Pablo II estuvo 26 años en el trono de Pedro y viajó 104 veces. Es solo cuestión de comparar, los viajes pontificios solo le cuestan al Vaticano y el avión lo presta Alitalia.