Ni pesimismo ni demasiado optimismo

Por confirmación oficial, la situación de la economía el 2015 sería mucho más complicada, con incertidumbre en torno al precio del petróleo, uno de los rubros fundamentales en el Presupuesto del Estado. Mientras esto se advierte, entretenidos y distraídos con las enmiendas constitucionales y la reelección indefinida.

A pesar del crecimiento de otros productos de exportación, este recurso no renovable no deja de tener un gran peso en los ingresos fiscales. El optimismo que se mantiene parece exagerado cuando se establece un ingreso de 79,7 dólares por cada barril, incluido el castigo que recibe.

Aunque las realidades y las condiciones sean diferentes, existen ejemplos que llaman a la reflexión. El caso de Guatemala en donde, por anuncio oficial, el Presidente resolvió cancelar de inmediato contratos para la compra de bienes y establecer prioridades. La suspensión de licitaciones aunque exista financiamiento. Prohibió la adquisición de vehículos. Suspendió contrataciones, alquileres, servicios de protocolo, viajes, viáticos. En definitiva, una evidente restricción en el gasto.

Acá no ha sido raro ver en las calles la proliferación de nuevos vehículos oficiales, el exagerado uso de seguridad, con los grupos de avanzada que también cuestan, el aumento de la burocracia, la enorme propaganda, la gran movilización para llevar a cabo actos públicos no solo los días laborables sino todos los sábados y fines de semana.

Poco preocupa el crecimiento del endeudamiento con el argumento de que ni siquiera se ha llegado al techo que se tiene, en contraste con otros países, entre ellos europeos, que aumentaron sustancialmente este rubro. Allí está la crisis en Grecia y España. En cambio, otros es verdad que tienen un alto endeudamiento pero no se repara que son sólidas economías, que no dependen mayoritariamente de un solo producto como el petróleo y con una enorme capacidad para cumplir esos compromisos.

Para unos casos -las radicales restricciones en el gasto público- las comparaciones no sirven porque tenemos realidades diferentes, pero para otros –el caso del endeudamiento externo- sí sirven porque no llegamos a esos niveles.

El excesivo gasto público y el alto nivel de consumo en el mercado generan distorsiones porque el concepto del ahorro es casi una mala palabra en vista de que es preferible invertir en obra social, que es importante y plausible, pero tiene que hacerse de acuerdo con las posibilidades y las proyecciones de ingreso. No constituye un buen augurio el vivir una realidad al día y con un creciente endeudamiento si se produjera una gran emergencia nacional o una catástrofe interna derivada de un fenómeno natural, del que no estamos exentos que pudiera ocurrir algún día. Nadie garantiza pero es bueno tener reservas como han hecho otros países que han acumulado excedentes en los ingresos. El caso de Chile con su producto estrella, el cobre.

mrivadeneira@elcomercio.org