El cuco de Correa, que metía mas miedo que el Guasón, logró el milagro de unificar a las principales fuerzas de la derecha. Ahora, en cambio, el cuco de una derecha arrolladora que despierta el temible recuerdo del Frente de Reconstrucción Nacional de León Febres Cordero debería provocar la unidad de lo que en aquella época se llamaba el centro izquierda y ahora solo un centro “equidistante de los radicalismos de derecha e izquierda y de la delincuencia correísta”, en palabras de César Montúfar, quien convoca desde allí a otros centristas desorientados.
Leído a la ligera, el párrafo anterior suena claro y coherente porque estamos acostumbrados a hablar de izquierda y derecha como si todos entendiésemos lo mismo cuando la verdad es que esos términos son confusos, varían con el tiempo y se prestan a diversas interpretaciones. Para empezar, qué mismo es la derecha si ni siquiera se puede afirmar que Lasso, Nebot y Alvarito comparten igual visión de la economía, el Estado y el mercado.
Por otro lado, vemos que varios grupos supuestamente ubicados desde el centro hasta la extrema izquierda se oponen con fervor a la despenalización del aborto, la educación sexual y la eutanasia, por solo nombrar tres temas, al tiempo que comparten con la derecha la práctica del machismo. Tal fue el caso de Correa cuando humilló a tres asambleístas suyas que propusieron algo sobre el aborto. Ante el carajazo del macho–alfa, las tres se agacharon sumisas. Más a la derecha que eso, imposible.
Por ello, para detectar si alguien es realmente de izquierda, en lugar de oírle declaraciones altisonantes sobre la igualdad o la defensa de la soberanía, es mas útil preguntar cosas tan simples y directas como: ¿Está usted de acuerdo o no con: la despenalización del aborto; la defensa de la naturaleza agredida por las empresas mineras; la legalización de la marihuana al estilo de Uruguay y de varios estados de Norteamérica; la educación sexual desde la adolescencia y la provisión de preservativos; la prohibición de que las religiones intenten aplicar sus dogmas medioevales en el diseño de políticas públicas como el Código Orgánico de Salud?
Hilando más fino se le puede preguntar si cree o no que caudillos megalómanos y autoritarios como Fidel, Chávez o Perón han sido nefastos para el desarrollo de la democracia, la justicia y la economía de sus países. Ello porque los viejos militantes piensan que mantener el culto inalterable de Fidel y la Revolución cubana los sigue definiendo como izquierdistas, sin percatarse que eso es tan conservador y retrógado como creer que los obispos tienen la última palabra en las emergencias obstétricas.
Los consultores dicen que al votante no le importa si el candidato es de izquierda o de derecha. Pues debería importarle si no quiere otro paquetazo al estilo Correa.