Después de 150 años de investigaciones de los más renombrados científicos petroleros ha quedado con razonable grado de certidumbre: 1) que se ha descubierto aproximadamente el 95% del petróleo recuperable del planeta; 2) que la mitad de ese petróleo ha sido ya extraída; 3) que a partir de 1981 el consumo de petróleo ha sido mayor que el encuentro de nuevos yacimientos; 4) que la tasa de explotación de los campos hidrocarburíferos está cerca de su punto culminante, desde donde bajará ineluctablemente; 5) que la era del petróleo abundante y barato quedó atrás; 6) que China e India, con sus crecientes necesidades de energía para su gigantescas poblaciones, son uno de los factores del aumento de la demanda mundial de hidrocarburos; y 7) que la humanidad está abocada a buscar nuevas fuentes energéticas para suplir a las petrolíferas cuando éstas se agoten.
Fue en tales condiciones que se encontraron dos hidrocarburos noconvencionales: el “shale oil” y el “shale gas”, localizados dentro de las capas de esquisto, en zonas terráqueas más profundas. Y han sido los Estados Unidos los que han comenzado a explotar sus gigantescas reservas de esquisto bituminoso y se convertirán a partir del 2017 —dentro de la denominada “shale revolution— en los mayores productores de petróleo y gas del mundo, con muy importantes consecuencias geoeconómicas y geopolíticas globales.
Ellos se autoabastecerán de energía, aumentarán sus inversiones internas, impulsarán su producción industrial, incrementarán la exportación de manufacturas y se recuperarán de sus crónicos déficit fiscal y de cuenta corriente. Con este auge de crudo petrolero y de gas natural de fuentes no convencionales, según afirmó el economista Edward Morse, “se abrirá una era de independencia energética norteamericana” con graves consecuencias para otros países productores, entre ellos los del Medio Oriente y Rusia, en que los hidrocarburos representan un altísimo porcentaje de sus exportaciones.
Poseen también estas minas Canadá, Argentina, México, Brasil, Alemania, Polonia, Australia y China.
La explotación del petróleo de esas fuentes no convencionales aumentará significativamente la producción y la oferta globales de hidrocarburos y producirá una importante baja en el precio internacional del petróleo.
En la actualidad, alrededor del 90% de los productos energéticos proviene de combustibles fósiles —petróleo, gas natural, carbón—, que son fuertemente contaminantes, con consecuencias catastróficas sobre elclima: tormentas tropicales, huracanes, deshielo de glaciares, aumento del nivel de los mares, trombas, lluvias torrenciales, inundaciones, sequías, olas de calor y otros fenómenos climáticos graves. Pero la extracción de los nuevos hidrocarburos es aún más contaminante por la emisión de gases de efecto invernadero y sus consecuencias serán tormentosas para el medio ambiente.