¿Por qué no decir al pan… pan? Acabo de leer una reciente entrevista a un destacadísimo académico contemporáneo, y me he quedado con una sensación agridulce, de “ni chicha ni limonada”. La entrevista en mención es realizada a uno de los grandes hacedores intelectuales de los “gobiernos progresistas” de América Latina, Boaventura de Sousa Santos, a pretexto del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff.
El intelectual asume una postura crítica frente al impeachment “porque de él resultaría un gobierno liderado por un partido [el Partido del Movimiento Democrático Brasileño] que es conocido por ser uno de los más corruptos de la historia de Brasil”…un gobierno producto de “un Poder Judicial conservador, que está al servicio de esas fuerzas antidemocráticas y externas, que en este caso pienso que son del imperialismo estadounidense y que realmente no están interesadas en que continúe en Brasil un proceso que, si bien no es anticapitalista…, es posneoliberal”.
De esto queda flotando la idea de la lucha de fuerzas democráticas asediadas por fuerzas antidemocráticas. Lo bueno combatido por lo malo. Lo blanco por lo oscuro. ¿Y, respecto a la causa central del juicio, la corrupción? Boaventura dice: “la presidenta Dilma Rousseff es la política menos corrupta de América Latina, y va a ser impedida por un conjunto de los más corruptos de América Latina”. O sea, el intelectual coloca la lucha, no entre la honestidad frente a la corrupción, sino entre la política “menos corrupta”, frente a rivales, más corruptos, que hasta hace poco, y eso, no nos cuenta el académico, eran aliados del Partido de los Trabajadores PT. Incluso, Michel Temer, actual presidente encargado, denunciado por el PT como un delincuente, fue la formula vicepresidencial de la señora Russeff: ¡“Enojados los compadres…”!.
¿En qué quedamos? ¿Cuál es el mensaje? ¿Debemos hacernos los locos frente a la corrupción, porque viene del lado de los buenos, del socialismo del siglo XXI? ¿Hay una corrupción buena, y una corrupción mala? No señor. La corrupción es corrupción, venga de donde viniere. Al pan, pan…
Entonces el tema es escapar del maniqueísmo: “si no es estás conmigo, está contra mí”. “Si no estás conmigo, que represento lo bueno, estás con los malos, con la vuelta del pasado, con las derechas, con el imperialismo”.
No hay tal. Lo cuerdo, en este momento en América Latina, es escapar de la hábil y ficticia polarización: ¡ni con los unos ni con los otros corruptos!, para lo que se requiere asumir una postura desde la ética y sentido social de la política.
Aunque el intelectual, en la entrevista, realiza una fuerte crítica a los “gobiernos progresistas”, de su lectura queda la sensación que su derrumbe acarrea a sus mentores, que no logran todavía entender lo acontecido.