Mentiras que denigran

En esta época de pandemia de corrupción, la mentira aflora y se repite reiteradamente, incluso cuando los propios actores caen en contradicciones que se evidencian, aunque en política el cinismo es uno de los rasgos principales. Ocurre mientras se realizan investigaciones de la Fiscalía y los procesos judiciales (muchos cuestionados por su lentitud y formalidades que retardan la justicia) contra autoridades, altos y medios funcionarios públicos y también privados, vinculados a presuntas graves irregularidades.

Lo más grave es que cuando sostienen una mentira tienen una disyuntiva: reconocerla y rectificarla (utópico entre autoridades, políticos e involucrados que actúan así) o, lo que acostumbra la mayoría, mantenerla a rajatabla pero para ello tienen que tejer nuevos argumentos falsos para sostener tanto engaño, aunque queden mal por las incoherencias en las que caen.

Alexis Carrel, reconocido médico investigador científico y pensador francés, Premio Nobel de Medicina, hizo grandes aportes en el análisis de las personas y que se reflejan en dos obras: La conducta en la vida y La incógnita del hombre. Ya en el siglo pasado habló de la reconstrucción del hombre civilizado, del individuo mal adaptado al clima moral, de la irresponsabilidad y el afán de confort que se transformaran en reglas de conducta. El afán del provecho, de la satisfacción de los apetitos materiales y la diversión. La cobardía, la intemperancia, la ausencia del sentido moral, la presencia de la mentira que lleva a más mentiras para tratar de sostenerla. Cada cual debe comprender la necesidad de hacer el bien y de evitar el mal y someterse a esta necesidad por esfuerzo de su propia voluntad.

El personaje o autoridad que miente y persiste en ella se ve obligado a seguir en su dinámica de embustero, tejiendo cada vez más falacias y allí caen en contradicciones, que poco les importa pero que se evidencian en el ambiente. Hubo un gran exponente de la mentira y el engaño (prófugo en Bégica) pero no ha sido el único. Pululan no solo entre políticos sino también entre funcionarios públicos y hasta presuntos o reales empresarios.

Cuanta bazofia pregonan no solo los imputados sino hasta abogados (no todos por cierto) que no tienen moral y por la plata hacen lo que quiera. Les importa poco el apego a la ley y se acostumbran a los sofismas para defender lo indefendible, sin pruebas de descargo sino con leguleyadas. Queman tiempo para que continúe la impunidad y no se lleguen a ejecutoriar sentencias (caso Sobornos) y para ello usan artimañas y hasta fotografías de heces fecales, como le enviaran a una jueza. ¿Hasta cuándo les aguantan? Entretenidos en dilatar procesos mientras el Estado no puede recuperar tanto dinero que se presume se robaron a pesar de sentencias que ordenan su devolución (caso Odebrecht).

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