No se trata de criticar por criticar o de aplicar el viejo adagio que dice “palo porque bogas y palo porque no bogas”. Las decisiones de política económica, cualesquiera que estas sean, debe reunir al menos 3 condiciones básicas: la dirección, la profundidad y la oportunidad.
Puede ser que la autoridad económica adopte una determinada decisión en la dirección y profundidad necesarias pero en un momento inoportuno. Solo por graficar este asunto, si con moneda propia se observa una demanda excesiva de moneda extranjera y se utilizan las reservas internacionales para alimentar la oferta de divisas por un tiempo excesivo, se termina perdiendo reservas en exceso y cuando se ajusta el tipo de cambio, este se dispara con las obvias secuelas en salarios, inflación y tasas de interés. Este caso ya sucedió en el pasado en el Ecuador.
En el presente, el país dolarizado no puede manejar el tipo de cambio para paliar choques externos adversos como la caída del precio del petróleo, pues no cuenta con reservas ni ahorros, como tampoco aplica una política fiscal disciplinada.
Lo obvio es que esta rigidez externa sea compensada con una flexibilidad interna que recae en su mayor proporción en el empleo y en los salarios. Si la inflexibilidad externa se combina con una rigidez interna, la “válvula de escape” es el empleo. Como los salarios son fijos y no pueden fluctuar hacia abajo, una menor demanda externa de nuestras exportaciones, por ejemplo, termina “ajustándose con menos empleo”. Un exportador de flores que empieza a ver una menor demanda de sus flores, al no poder contratar trabajadores por horas, se ve obligado a despedir personal porque no puede mantener un gasto fijo con menores ventas. Es preferible que esa empresa siga abierta aunque sea con menos empleados a que deba cerrar y que todos se queden sin trabajo.
Una de las condiciones necesarias, aunque no suficiente, para que la dolarización, con sus ventajas y restricciones, tenga viabilidad y sostenibilidad, es un mercado laboral flexible que pueda adaptarse a los cambios del entorno.
En este Gobierno, en lugar de hacer lo técnicamente correcto para proteger el empleo, se hizo lo políticamente más rentable haciendo lo incorrecto, tan errado que el empleo lejos de mantenerse o mejorar se ha deteriorado. Hoy, 9 años después, promueven una ley que incluye algunos conceptos de flexibilización laboral, pero lamentablemente muy tarde.
El proceso de desempleo y subempleo ya se engatilló, pues la flexibilización si algo ayuda será para los que aún no han perdido su trabajo. Este tema fue muchas veces advertido pero jamás escuchado. Hoy, con el agua en el cuello, empiezan a dar manotazos de ahogado. Ojalá puedan flotar. Este es uno de muchos otros ejemplos de severas equivocaciones económicas del Gobierno. Algunos dirán, es mejor tarde que nunca. Así es.