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Ha sido un gran placer servir en su maravilloso país durante los últimos cuatro años. Mi reto, como primera Embajadora de la Unión Europea en Ecuador, fue grande, en especial por la responsabilidad que asumí de fortalecer nuestras relaciones en un momento en que la inminente entrada en vigor del Acuerdo Comercial dio la oportunidad de abrir más que solamente puertas comerciales.
Cuando llegué en septiembre de 2016, además de buscar que este Acuerdo Comercial se convierta en un ‘Ganar – Ganar’ para todos, mis primeras tareas incluyeron la identificación de un paquete de ayuda para la recuperación “post-terremoto”. Aseguramos un seguimiento de nuestra ayuda humanitaria de emergencia con un importante préstamo del Banco Europeo de Inversiones para la reconstrucción y una sustancial ayuda al presupuesto del Estado para incentivar la reactivación económica en las provincias más afectadas.
En lo político, nuestros diálogos mostraron un acercamiento genuino en distintos temas como por ejemplo la libertad de expresión y la importancia de luchar contra el cambio climático entre otros. Apreciamos el papel constructivo de Ecuador en la búsqueda de una solución pacífica para la crisis en Venezuela; así como la iniciativa de su Cancillería para emprender el “Proceso de Quito”, con el objetivo de coordinar la respuesta de los países receptores de migrantes venezolanos, que permitió la movilización de fondos de la Unión Europea para enfrentar este desafío.
El interés del país en nuestra cooperación ayudó a identificar proyectos en ámbitos como la lucha contra la corrupción; el crimen transnacional; la economía circular; así como intervenciones a largo plazo con importantes fondos. Entre ellas: un gran proyecto para apoyar la paz y el desarrollo sostenible en la frontera norte y, en este 2020, el paquete de ayuda “Equipo Europa” para apuntalar los esfuerzos del Gobierno en la lucha contra el covid-19. Adicionalmente, fortalecimos el acercamiento con la ciudadanía a través de intercambios académicos; festivales de cine; conciertos; y el lanzamiento de campañas ‘verdes’.
Estos logros no hubiesen sido posible sin su decidido apoyo y sin la cooperación establecida con su Cancillería y Ministerio de Producción, Comercio, Industria y Pesca. Al fin de mi misión, me siento feliz de haber trabajado con puertas abiertas, con discusiones francas y constructivas, sin esconder las dificultades cuando surgieron, siempre buscando la solución en conjunto. Me voy con nostalgia, ya que le tengo un inmenso cariño al país; pero también con la certeza de que se construyeron bases sólidas para que la Delegación y el nuevo Embajador hagan crecer esta fructífera relación bilateral, pero también multilateral y regional; entendiendo que los desafíos globales nos obligan a juntar esfuerzos como nunca antes.
*Embajadora de la Unión Europea en Ecuador