La política no está de moda y a los políticos les gusta estar a la moda; como consecuencia, los políticos están en contra de la política. El líder del partido más grande del país asegura que la forma en que se hace política en Ecuador da asco y declina la candidatura presidencial más opcionada, según él mismo, para dedicarse a promover una consulta que cambiaría la forma de hacer política.
El Vicepresidente renuncia al segundo cargo más alto del país y anuncia que quiere “construir un camino”, seguramente para llegar al cargo más alto del país. ¿Deja el poder para buscar el poder?Asegura que no se siente y nunca se ha sentido un político y se cuenta entre los jóvenes que quieren “acabar con la política del berrinche y el bochinche”. La política es ahora el enemigo.
El caudillo que dominó una década tenía también el discurso contra la partidocracia e inauguró la era de los movimientos que son una especie de aspirantes a partidos, liberados de esas cargas incómodas como la ideología, los programas, los afiliados. El movimiento no pretende la permanencia de los partidos sino la pura actualidad.
Toda esta corriente antipartidista ha venido como consecuencia del envejecimiento de los partidos y el advenimiento del populismo. Los partidos pertenecen a la democracia representativa y sufren las consecuencias del pecado original de la democracia: toda representación es una forma de traición. El representante pretende ser un individuo que actúa a nombre de un colectivo. El distanciamiento entre el elegido y el elector es inevitable. En el populismo no hay representación sino usurpación, el líder populista se confunde con el pueblo que se concibe como una unidad dotada de pensamiento y voluntad expresados en el pensamiento y la decisión del caudillo. No hay distancia entre el elegido y el elector.
Lo que tendremos como campaña electoral es un concurso entre políticos en contra de la política. Los ciudadanos participarán en el entierro de la política con la esperanza de que se lleve a la tumba la corrupción, la traición, la mentira. Tarde se darán cuenta de que son los mismos lobos con otras pieles y que la esperanza de obtener empleo, oportunidades, identidad y dignidad era una quimera. Al fin de la campaña electoral no tendremos ni presidente ni líder, ni modelo económico ni recuperación. Solo tendremos otro capitán con los mismos marineros. Sufriremos la sensación de que una comparsa de vivarachos se mantiene en todos los gobiernos y que siempre son los mismos los que conducen al conductor.
Cuando el mundo despierte del coma del coronavirus, conocerá la gravedad del desastre económico y la profundidad de la crisis política y social, esta última la más temible. Sin embargo, los políticos seguirán disputándose el poder porque ellos no se arredran. El grafiti colegial decía: “La vagancia mata, pero el estudiante no le teme a la muerte”, ahora podría decirse: “La corrupción mata, pero el político no le teme a la muerte”.