Realmente oportuna la mención del presidente Correa en París, en la Conferencia sobre cambios climáticos (COP 21), el lunes 30 de noviembre, citando a Trasímaco, sofista de Atenas, más de cuatro centurias –siglo V- antes de Cristo: “La justicia es tan solo la conveniencia del más fuerte”.
El Presidente la usó para cuestionar la justicia internacional vinculada con el gran capital. Nosotros podemos tomarla para reflexionar sobre nuestra realidad nacional.
Sofistas en la Grecia clásica eran los que asumían enseñar sabiduría, usualmente bajo paga. Uno de estos fue Trasímaco, cuyos contrapuntos con Sócrates, en los llamados diálogos, los menciona Platón, quien cuestiona sus trampas dialécticas.
Tanto Platón como Aristóteles calificaron en forma peyorativa a los sofistas porque estos intentaban validar aun lo que se apartaba de su razón de ser. En ese entorno, la frase de Trasímaco no cuestionaba su enunciado sobre la justicia, sino que lo asumía como una práctica.
Pero, el contrapunto de Sócrates con los sofistas no se limitaba a la justicia, sino también a la formación de las leyes. En la antigüedad se invocaba a los dioses como los inspiradores de las leyes –los rezagos tomando el nombre de Dios, han llegado al siglo XXI, en textos constitucionales-. La verdad es que quien tenga control del poder, similar al caso de la justicia, impone el texto de las leyes a su conveniencia.
Sócrates –luego Platón y Aristóteles- creían en principios que debían sustentar la formación de las leyes y la administración de la justicia.
Esos principios solo se respetan cuando no hay concentración de poder, porque los pronunciamientos de las instancias de las funciones del Estado y de sus órganos y organismos resultan de las propias reflexiones de quienes participan en su elaboración.
¿Pudo o puede alguien suponer una contradicción de la Corte Constitucional o de la mayoría de la Asamblea Nacional con la voluntad del Presidente de la República, en el trámite de las llamadas enmiendas constitucionales que cursan estos días? ¿Habrá en el informe de la Comisión encargada de las enmiendas constitucionales -que va a conocer la Asamblea el jueves 3 de diciembre del 2015- un sustento teórico valedero más allá de los intereses puntuales del Gobierno y su entorno, atrás de las enmiendas?
Autoritarismo y personalismo –usualmente bajo forma de caudillismo- para nada abonan a la posibilidad de una legislación que no sea a su conveniencia; o de una justicia que no tenga el rostro perverso de proteger a unos y perseguir a otros.
Legislar y administrar justicia en forma subalterna en relación al poder autoritario, están entre el sofisma y la profundización de la quiebra de la democracia.