La expresión fue del presidente estadounidense Donald Trump. La cadena MSNBC ha publicado que en octubre del 2016- mes anterior a su elección de Presidente- mencionó a WikiLeaks 124 veces y destaca la conversación que tuvo con el entrevistador de Fox News, el ultraconservador Bill O’Reilly: “Wikileaks es impresionante. Las cosas que están saliendo demuestran que [Hillary Clinton] es una mentirosa”,(…) “Este asunto de Wikileaks es increíble, tienes que leerlo”.
Al mismo estilo de Correa, se quejaba que los medios de comunicación “no hablaban lo suficiente de Wikileaks”.
¿Por qué Trump se expresaba así? Porque la patología cargada de narcisismo de Julián Assange, con la protección del otro narcisista, Rafael Correa, convirtió a la Embajada del Ecuador, con costos asumidos por la República del Ecuador, en la estación de lanzamiento de misiles, por las vías de medios electrónicos, para destruir a la candidata demócrata Hillary Clinton y beneficiar a Donald Trump.
¿Fue decisión propia de Assange con la protección y el financiamiento del gobierno de Correa?, ¿fue por acuerdo con el gobierno ruso -dirigido por Putín- actuando Assange sólo como peón de ese gobierno? Eso está por establecerse, pero el Ecuador nunca debió colaborar, con protección y financiamiento, a que Assange desde la Embajada se entrometa en la política norteamericana.
Al mismo estilo de Correa, de negar todo, el reciente jueves 4 de abril, día de la detención de Assange, a la pregunta: “Presidente, ¿sigue amando a Wikileaks?”, la respuesta de Trump fue “No sé nada de Wikileaks, no es mi asunto. Sé que hay algo relacionado con Julián Assange”.
Assange creyó en la protección de Correa pero le puede pasar algo similar a lo que le pasó al comandante de las FARC, Raúl Reyes, y sus compañeros de armas, a los que Correa les facilitó una especie de santuario en territorio ecuatoriano, confiando en sus buenas relaciones con Uribe, el Presidente colombiano, que se evidenció con su presencia en el inicio de la Asamblea Constituyente, el 30 de noviembre del 2007 -único gobernante extranjero que asistió- y luego el 1 de marzo del 2008, tres meses después, ordenó arrasar el campamento de las FARC, sin que quede persona alguna con vida. Aparentemente, la vida de Assange estaría garantizada.
Assange y Correa, ¿partidarios de Trump?. Para nada. En la patología narcisista que comparten, la radicalización de la represión sobre América Latina, sobre todo contra los migrantes, debía fortalecer la radicalización de la rebeldía anti-imperialista en la Región.
No les importaba cuanto iban a sufrir millones de latinoamericanos, la ruptura de las familias, la separación de los hijos, porque de todo esto podrían beneficiarse los del socialismo del siglo XXI.