Sé que hay que preocuparse, lo sé. La Organización Mundial de la Salud, los ministerios de Salud del planeta entero tienen una posición unánime, hay una crisis sanitaria.
¿Cuánto hay que preocuparse? Esa es otra pregunta. ¿Hay que provisionarse hasta vaciar los supermercados de papel higiénico (como ha ocurrido en varios estados de los EE.UU.)? ¿Hay que dejar de ir a las oficinas? ¿Vender las acciones y desplomar las bolsas?
Al momento de escribir este artículo, el portal de la OMS reporta 124 518 contagios y 4 607 muertes. Tremendo, sin duda. Ayer Trump, en cadena nacional, anunció que suspenderá todos los viajes desde Europa a los EE.UU., incluyendo el cargo y el comercio durante 30 días (medida que parecería de una película apocalíptica). El lunes el índice S&P 500 (que registra el desempeño de las 500 empresas más grandes cotizando en las bolsas estadounidense) cayó en 7,6%. Las pérdidas fueron tan fuertes que se tuvo que frenar los intercambios temporalmente; 15 minutos hasta que los ánimos se calmen (el mecanismo se lo conoce como “bajar los breakers”). Tras una corta recuperación, este jueves –al momento de escribir este artículo– las bolsas ya están nuevamente cayendo drásticamente y el mercado de futuros en Wall Street tuvo nuevamente que ser cortado.
Es muy impresionante (diría fascinante si no fuera por lo trágico de la situación), a pesar de la complejidad de nuestra civilización, no contamos con instrumentos que nos permitan relacionar con agudeza estas crisis globalizadas y los comportamientos económicos. Estamos a ciegas.
La IATA ha señalado que las pérdidas del sector de las aerolíneas puede ser de USD 113 mil millones (esto es 10% más que toda la economía del Ecuador). Euler Hermes – el asegurador alemán – calcula que las pérdidas para las empresas de seguros estén alrededor de 320 mil millones, ¡solo en el primer trimestre de este año!, es decir el valor de toda la producción de Dinamarca durante un año. Eso sin contar las pérdidas por la ralentización de los procesos productivos, por la falta de insumos de otros países, por la suspensión de las clases, la suspensión de las ligas deportivas, etc. Y, ahora los ojos del mundo están puestos en los bancos, quienes tendrán que aportar con la liquidez necesaria para que todos sobrevivan mientras se espera que pase la catástrofe. ¿Cuánto tiempo podrán responder a los requerimientos? El momento que se acabe la liquidez empiezan las quiebras.
“El coronavirus va a quebrar a más gente que a la que mate – y esa es la verdadera emergencia global… Si el virus no te afecta directamente a la vida, probablemente te frenará el trabajo, hará que su empleador te despida, o te quebrará.” Así reflexionaba el diario inglés Independent. ¿Por dónde debe ir nuestra preocupación?