Todo indica que los asambleístas de Alianza País aprobarán la reforma constitucional para que los presidentes de la República puedan ser reelegidos de manera consecutiva e indefinida, ignorando la voluntad de más del 80% de la población que pide decidir esta reforma constitucional en consulta popular. Así, la ceguera de unos pocos está arrastrando al Ecuador a una peligrosa encrucijada.
La transitoria propuesta es considerada un engaño por la oposición, en virtud de que se cree que la Corte Constitucional obrará en forma parcializada, dados sus antecedentes. De esa transitoria, lo que más se repudia es que se intente tomar una decisión trascendental por razones ajenas al bien común.
Entre tanto, el deterioro económico del país está lanzando a la desocupación a numerosas personas, las que están convencidas que el Gobierno ha actuado irresponsablemente al no haber ahorrado por lo menos la décima parte de los 200 000 millones de dólares que ha gastado en 9 años. Se piensa que una reserva de 20 000 millones de dólares hubiera evitado la crisis que azota al país con crueles repercusiones para los más pobres. Ese ahorro era factible si consideramos que el Perú, sin vender petróleo, posee 50 000 millones de reserva monetaria internacional y Bolivia, 17 000 millones.
Las causas de la crisis son innegables: falta de fiscalización del gasto público por la Asamblea Nacional; obras, algunas descomunales, construidas sin la debida priorización; rezago de las exportaciones a los mercados naturales del Ecuador (EE.UU. y Europa); pobre inversión extranjera per cápita media entre los años 2007 y 2014: 176 dólares, mientras que las de Chile, Perú y Colombia superaron los 6 000, los 3 000, y los 2 000 dólares, respectivamente; deuda pública que está llegando al límite legal, con intereses, en parte de ella, que triplican los otorgados por las multilaterales; fondo de pensiones del IESS que, en el año 2026, dejará de tener reservas positivas; fomento del odio a los ricos, olvidando que en todos los grupos sociales hay buenos y malos, y que todas las personas son necesarias para el progreso integral; intentos de politizar las FF.AA. y menoscabar su jerarquización, disciplina y cohesión; concentración del poder público en el Ejecutivo; desconfianza en la justicia; mediatización de la prensa libre; menosprecio y prepotencia ante los reclamos ciudadanos; soberbia y mesiánica autoproclama de ser los únicos honestos, justos y progresistas, y negación de la obra de los anteriores gobernantes. Estos agravios han enardecido a muchos de los ciudadanos que son parte del 80% de los ecuatorianos, a los que se les está impidiendo pronunciarse en las urnas sobre la reelección.
Mientras tanto, el tiempo para las rectificaciones patrióticas y sensatas se está acabando, lo que puede alterar el normal proceso republicano que es indispensable para que el juicio que haga el pueblo sobre la obra del Gobierno sea sereno, veraz y justo.