¿Dónde queda la izquierda?
El título que encabeza estas líneas es el de uno de los ensayos que Bolívar Echeverría incluyó en su último libro (“Modernidad y blanquitud”, México, Editorial Era, 2010). Puesto que Echeverría fue uno de esos autores que relacionan toda su reflexión con un único y permanente tema (un “erizo”, según la clasificación de Isaiah Berlin), las consideraciones de Echeverría sobre la izquierda son inseparables del tema de la modernidad capitalista. Para los comunistas ortodoxos (especie en extinción, y probablemente ya desaparecida) Echeverría fue por eso un “revisionista” y alguna vez se le calificó con epítetos aún más graves. Para las personas de pensamiento libre, Echeverría es uno de los puntales para la edificación de nuevas visiones de la sociedad, la producción, el estado y la cultura.
No voy a resumir el contenido del ensayo que averigua la ubicación “topográfica” de la izquierda, a partir de la Revolución Francesa. Lo que me interesa es apenas subrayar dos de las ideas allí expuestas. La primera se refiere a las tesis fundamentales que identifican una posición de izquierda, y la segunda desvincula la idea de la izquierda de cualquier forma de organización permanente de carácter partidista. (Sé que las simplificaciones traicionan el original, pero vale la pena correr el riesgo.)
Echeverría entiende la izquierda como “una corriente supra-partidista de la opinión pública dentro del escenario de la política democrática moderna” que se caracteriza por postular y procurar el perfeccionamiento de las instituciones sociales y políticas nacidas de la Revolución Francesa. Es, por consiguiente, una corriente dirigida a alcanzar (1) “que la ‘mano invisible’ del mercado no esté obligada a someterse a las necesidades de la acumulación del capital, en tanto que éstas son necesidades ajenas a la voluntad social”; (2) que “el liberalismo” político se radicalice, es decir, asegure la libertad de los ciudadanos mediante una determinación o definición socialista del ‘liberalismo económico’”, mediante la prohibición del monopolio y el aseguramiento social; y (3) que la política de la sociedad civil sea “una esfera libre y autónoma de actividad organizadora de la vida social, realizada por los miembros de la comunidad en tanto que ciudadanos interesados en los asuntos públicos de la misma”.
La segunda idea que quiero subrayar es que la izquierda, dentro del estado moderno, “caracteriza más a las actuaciones políticas en cada situación concreta” que a las personas u organizaciones. En otras palabras: no se trata de un carácter imborrable, como la condición sacerdotal, sino del carácter particular de cada decisión y de cada conducta en la política. “La historia de la izquierda no es la de los grupos u organizaciones llamados ‘de izquierda’, sino la historia de las políticas de izquierda.”
De acuerdo a estos criterios, ¿está usted en la izquierda cuando dice no? Lo dudo. La reelección indefinida no corresponde a la ya señalada concepción de la política.
ftinajero@elcomercio.org