En 15 días nos volveremos a ver. Yo, detrás de estas casi 500 palabras; ustedes, donde quiera que estén. Y, tristemente, seguiremos siendo los mismos, porque igual que hoy, que ayer, que la semana pasada o que hace cuatro años, no sabremos cómo hablar con quien no piensa (no vota) como nosotros, sin maltratarlo. Si es así, no importa quién haya salido electo presidente el 2 de abril, igual, habremos perdido todos (venimos perdiendo hace años). Sin embargo, hay una opción para que no sea así: que en 15 días nos volvamos a ver, pero en Ubuntu.
Lo que les estoy proponiendo no se me ocurrió a mí, sino a la activista estadounidense por los derechos de las mujeres y promotora de la educación holística Elizabeth Lesser, quien hace siete años presentó en TED la conferencia: Salir a almorzar con ‘el otro’. La idea aplica a todos los ámbitos, pero en este momento parece urgente aplicarla a la política, que nos tiene con los pelos de punta.
Lesser parte de la condición interrelacional de la realidad, esa que –como ella cuenta en su charla– nos convierte en seres humanos y nos permite ser sociedades. Dos de los grandes activistas de los derechos humanos de la historia: Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela fueron fieles a este principio, que bien puede resumirse en una idea en igual medida sencilla y poderosa: Ubuntu.
Ubuntu es un concepto acuñado en África para encontrar sentido y viabilidad a su vida en comunidad. La palabra, corta como es, sin embargo, se ha traducido de varias maneras, pero una de las más comunes es esta: “Yo te necesito para poder ser yo; y tú me necesitas para poder ser tú”. Es decir, solo existimos si nos vemos los unos a los otros.
¿Hace cuánto no ven ustedes a casi la mitad del Ecuador que vive a su alrededor? ¿Hace cuánto se sienten invisibles para esa otra mitad? Yo extraño sentarme a conversar con gente que no piensa como yo pienso, que no vota como yo voto, que no ve lo que yo veo, pero que, sin duda, es valiosa; gente a la que necesito, y que me necesita, para existir.
Bueno, la propuesta es: invitar a una persona que pertenece al otro ¿bando? a tomar un café o a comer. El ejercicio busca que dejemos de demonizar a quien no comparte nuestras ideas, sino que lo conozcamos. Lesser sugiere que antes de empezar a conversar ambas partes definan las reglas que regirán durante la charla. Las que ella usó con su conocida del Tea Party fueron: no tratar de convencer ni interrumpir; ser curioso; ser comunicativo; ser sincero; y escuchar. Ella dice que funciona, aunque no es mágico y toma tiempo; esa conversación equivale a los primeros pasos conjuntos hacia un territorio común: Ubuntu.
Lesser cierra su charla con un verso de Rumi, que me parece que aplica a nuestro caso; y mientras antes lo hagamos carne, mejor: “En algún lugar, más allá del bien y el mal hay un jardín. Allí te espero”. Allí, en Ubuntu.