En 1755 ocurrió el desastre natural más devastador de todo el siglo XVIII: un terremoto y un tsunami desolaron Lisboa, dejando 20 000 muertos a su paso. Conmocionado por semejante tragedia, Voltaire escribió “Cándido”, una novela que criticó, en clave de humor, una idea muy en boga por aquel entonces: que el mundo era mejor gracias a las pestes, las inundaciones, los incendios y las guerras.
Leibniz, el proponente de aquella idea, aseguraba que toda tragedia era necesaria porque formaba parte de un plan divino que permitía perfeccionarnos mediante el sufrimiento. Cada desventura volverá mejor al mundo que habitamos, aseguraba aquel filósofo alemán.
Escandalizado, Voltaire quiso mostrar con su novela que naufragios, torturas y terremotos como el de Lisboa solo empeoran al mundo porque el dolor físico y moral que provocan es tan demencial que nada bueno puede salir de ellos.
Hacia el final del libro, Cándido –el protagonista de la novela de Voltaire– llega a esa conclusión, pero también a otra más importante: “todos debemos cultivar nuestro jardín”, aseguró.
¿Qué quiso decir con esto? Que en vez de justificar el dolor humano debemos abreviarlo, ayudando a quienes sufren.
Estos días, los ecuatorianos hemos cultivado nuestro jardín, asistiendo generosamente a los afectados por el terremoto. Es una actitud que nos honra y enorgullece, pero ¿será suficiente para hacer del país un lugar mejor? Lo dudo mucho.
Para que esta tragedia fructifique –como Leibniz hubiera querido– será necesario algo más: que el Ejecutivo acepte que no está en capacidad de manejar al país en las actuales circunstancias y que invite a compatriotas de prestigio y credibilidad, que no pertenezcan a su movimiento, a formar parte del Gobierno, hasta que termine su período.
No es un ejercicio de candidez política el que estoy haciendo. Si lo piensan bien, los estrategas del régimen concluirán que aquella es la mejor alternativa para impedir que Rafael Correa termine su mandato sumándose a la lista de los peores presidentes que ha tenido el Ecuador (como, al parecer, va a ocurrir).
Los líderes políticos y sus movimientos o partidos no querrán ayudar al Gobierno participando en un Gabinete al que le queda poco tiempo en el poder. Pero creo que sí hay ecuatorianos notables en muchos ámbitos que estarían dispuestos a arrimar el hombro para evitar que nuestro país siga hundiéndose por culpa de la ineptitud y de la arrogancia.
Su contribución evitaría que se sigan cometiendo errores inconcebibles que tendrán repercusiones graves para las generaciones venideras y no sólo para quienes vivimos hoy.
Así que no sólo se trata de ayudar al Gobierno actual. Se trata, por encima de todo, de salvar al Ecuador pues, como diría Voltaire, el jardín en el que vivimos es nuestro y nos corresponde cultivarlo.