A muchos sorprendió lo que era una realidad que se iba labrando a golpe cantado. Otto Sonnenholzner se fue como vino, sin ruido.
Pero su renuncia, formulada en un talante de lealtad y respeto, y contestada por el propio Presidente y su círculo más alto del poder en igual tono, cordial, no es casual.
Sonnenholzner es un empresario joven que se dio a conocer por sus espacios radiofónicos en Tropicana, de propiedad familiar, donde gozó de prestigio y credibilidad.
La modalidad que rige, desde el cambio constitucional de 2008 del ejercicio vicepresidencial, asigna como tarea primordial para ese cargo el de sustituir al primer mandatario en caso de ser requerido.
Antes, los vicepresidentes cumplían tareas de Estado específicas. Ciertamente, buena parte de las diferencias de opinión en el pasado se canalizaban como pugnas en el alto poder, a veces, muy tensas.
El anterior Gobierno, en la Carta fundamental, configuró un concepto para que quien ejerza la vicepresidencia esté presto al encargo específico del presidente. Eso cambiaba en cualquier momento. Así sucedió con Lenín Moreno y Jorge Glas durante los diez años de la hegemonía anterior.
La lógica se rompió abruptamente con las denuncias de corrupción, la salida y la sentencia de prisión para Jorge Glas y luego el corto paso de María Alejandra Vicuña.
Así, Sonnenholzner llegó en silencio pero su imagen equilibrada se fue labrando en el ejercicio del poder y con mayor fuerza en Guayaquil durante la pandemia.
Allí, las tensiones internas fueron manifiestas y la relación entre Otto y Ruptura de los 25, grupo que cada vez tiene más fuerza en el Gobierno, fueron evidentes.
Sonnenholzner se va del Gobierno, podría tener que cargar con la mochila del desgaste oficial, pero a la vez le favorece retirarse sin mezclar su posible campaña presidencial con el ejercicio abusivo del poder en campaña. Ya recibió críticas en su gestión. María Paula Romo, en el alto poder del país, dijo a Ecuadoradio ayer que el Gobierno no tendrá candidato presidencial. Otto tampoco lo será.
Otra fuerza que vio cambios sustanciales en sus aspiraciones es el Partido Social Cristiano. Con la renuncia de Jaime Nebot a cualquier nuevo intento presidencial se habla de primarias con cinco candidatos.
EL PSC tampoco pierde de vista a Otto.
Varios analistas hablan de una colación independiente o multipartidista con dos objetivos: sacar al país de la crisis y evitar que el correísmo recobre fuerza electoral.
Por ahora con problemas por la vigencia de Compromiso Social, con su líder tras las rejas; la Revolución Ciudadana no sabe cómo presentar en alguna candidatura a Correa. La coalición anunciada en su torno puede anidar en una alianza con Centro Democrático, de Jimmy Jairala. Se verá.
Por ahora, el país tiene un solo candidato en firme. Guillermo Lasso y su tercer intento, con una propuesta coherente pero con un electorado de complejo pronóstico. La pandemia marcará la próxima elección.